
En la segunda mitad del siglo 19, Nueva York ya había superado en población a París y se aproximaba de manera inexorable a rebasar a la de Londres.
Algunos de sus más ilustres ciudadanos se dieron cuenta de que una ciudad así no podía estar carente de una institución tan importante para la cultura como era una gran biblioteca.
Uno de estos prohombres era el gobernador Samuel J. Tilden que dejó en herencia la mayor parte de su fortuna personal, unos 2.4 millones de $ para, según sus palabras “establecer y mantener una biblioteca gratuita y una sala de lectura en la ciudad de Nueva York¨.
Su intención era compararse con instituciones como la Biblioteca Nacional de Francia o la Británica del Reino Unido, además de colmar la aspiración de todo neoyorquino de superar a la biblioteca pública de Boston, la ciudad rival en ese y muchos otros ámbitos.
En este punto de la historia, el calendario marcaba alrededor del año 1859 y no se podía decir que la ciudad no contase ya con biblioteca alguna.
John Jacob Astor, un inmigrante alemán que a su muerte en 1848 era el hombre más rico de EEUU dejó escrito en su testamento que asignaba 400,000 dólares de su fortuna para la creación de una biblioteca en la ciudad.
Esta biblioteca, la biblioteca Astor, abriría sus puertas en 1849, en el edificio llamado hoy Joseph Papp Public Theater que hoy podemos encontrar en el 425 de Lafayette Street.
A pesar de que en esta biblioteca no se daban libros en préstamo, sí que constituyó un recurso muy valioso para la investigación.
Por otra parte, y coincidiendo en el tiempo tenemos la biblioteca fundada por James Lenox, en el número 1001 de la 5a, avenida, un edificio posteriormente demolido en 1912, la cual estaba compuesta principalmente por su colección personal de libros poco frecuentes o exclusivos, la cual incluía, entre otros, la primera Biblia impresa por Gutenberg que llegaría al Nuevo Mundo.
Esta biblioteca también estaba principalmente orientada a estudiosos y académicos y aunque el uso de los libros era libre para estos, sí que se cobraba una entrada para la admisión a la biblioteca.
Estas dos instituciones, que claramente eran insuficientes para suplir la demanda de libros de la ciudad, a finales del siglo 19 estaban experimentando serias dificultades económicas.
Las pocas donaciones aparte de las inicialmente hechas por sus fundadores y los gastos de mantenimiento y expansión de las colecciones hacía que sus gestores empezaran a cuestionar la viabilidad de estas dos empresas filantrópicas.
Tuvo que ser un miembro de la fundación establecida por el ex-gobernador Tilden, el abogado John Bigelow, el que viniese a idear un atrevido plan destinado a fusionar estas dos bibliotecas que estaban experimentando serias dificultades, y con ayuda de los fondos asignados años antes por Tilden para crear una nueva institución, que a la postre sería denominada como The New York Public Library.
El nacimiento de esta institución se establecería finalmente el 23 de mayo de 1895, hace ahora 125 años,con la firma del acuerdo por parte de las tres partes y fue aclamado como un ejemplo sin precedentes de filantropía privada en beneficio del interés público.
En estos primeros años de la institución, el funcionamiento sería similar al de las dos bibliotecas originarias, con libros únicamente disponibles en las salas de lectura.
Por otra parte, ya en 1879, un grupo de mujeres costureras pertenecientes a la Grace Church, habían creado la llamada New York Free Circulating Library, una biblioteca situada en Bond Street, y dedicada al préstamo de libros y que atraía gentes de todos los puntos de Manhattan, llegando incluso a producir frecuentemente aglomeraciones en la calle de lectores esperando poder acceder al préstamo de los libros.
La Free Circulating Library cosecharía en esos años un éxito rotundo entre la población llegando a abrir hasta 11 sucursales e incluso una biblioteca móvil itinerante.
Parecía que esta popular institución era la pieza que faltaba a la NYPL para convertirse en la institución cultural que cubriese la demanda de conocimiento de todos los ciudadanos de Nueva York.
Y así, tras varias conversaciones, en febrero de 1901, la New York Free Circulating Library se incorpora a la New York Public Library como departamento de préstamo de libros.
A esta nueva fusión, y solo un mes más tarde, el magnate del acero, Andrew Carnegie anuncia que donará 5.2 millones de dólares para la construcción y financiación de 67 bibliotecas que posteriormente pasarían a ser mantenidas mediante los fondos públicos por la ciudad.
Finalmente, serian solo 39 las bibliotecas construidas por Carnegie las que se incorporarían a la NYPL pero esta fórmula de colaboración público-privada pervive hasta hoy en día, en que las colecciones de préstamo son mantenidas y financiadas por la ciudad, mientras que las 4 grandes bibliotecas de investigación cuentan con financiación privada pero están abiertas al público.
Por aquel entonces. y con un plan de futuro y financiación asegurada, la nueva institución pondría sus ojos en el ambicioso objetivo de construir un gran biblioteca central que diera una cara visible, reconocible y grandilocuente a la NYPL: El objetivo sería construir la llamada Main branch
El lugar elegido sería el viejo Croton Reservoir. Una ciclópea construcción de inspiración egipcia, con masivos muros de más de 7 metros de espesor y que almacenaba las aguas traídas a la ciudad por el Acueducto del río Croton que se encontraba 40 millas al norte en el condado de Westchester.
Este gran reservorio ocupaba el lugar que hoy ocupa la Biblioteca Central y parte del actual Bryant Park.
Este gran depósito de agua potable, hasta esos momentos se había convertido en uno de lugares favoritos de la ciudad para pasear sobre la senda que existía sobre sus gruesos muros a modo de muralla, algo que el propio Edgar Allan Poe recomendaba como visita obligada a todo aquel que viniese a Nueva York, por las maravillosas vistas hasta los 4 confines de esta que ofrecía desde este lugar elevado.
Como vestigio histórico de esta desaparecida construcción,todavía podemos encontrar en la cimentación del actual edificio de la biblioteca que conocemos hoy, rastros materiales en sus cimentaciones y niveles inferiores de ese viejo depósito de agua que dio servicio a la ciudad entre 1842 y 1890.
El primer director de la biblioteca, creó un diseño director inicial que se convirtió en la base del nuevo edificio que debería contener una gran sala de lectura en su espacio principal además de otras salas secundarias y múltiples pisos para el almacenaje de libros, combinado con un ágil sistema para poner los libros en manos de los usuarios de la biblioteca de la forma más rápida posible
Para la concepción de esta nueva gran biblioteca central, a la que hoy frecuentemente nos referimos como Main Branch, se organizó un concurso al que se presentaron los arquitectos más prestigiosos de la ciudad siendo desvelados los vencedores de este en 1897, siendo los seleccionados la oficina de Carrere & Hastings, una firma poco conocida hasta aquel entonces.
Tras unos iniciales titubeos para iniciar las obras por problemas financieros de la ciudad, en junio de 1899 de inicio la demolición de los muros del existente Croton Reservoir y en noviembre de 1902 se puso la ceremonial primera piedra de la nueva biblioteca.
El basamento del edificio no se completó hasta 1903, y el primer piso en 1904.
La grandiosa columnata de entrada se colocó en 1905 dando paso a los trabajos en cubierta.
Para completar los interiores, los trabajos se alargarian aún varios años más, en una obra caracterizada por un ritmo especialmente lento.
De esta manera, no se llegó a completar la mayor parte de los trabajos hasta finales de 1910
Uno de los recursos que Carrère & Hastings aprovecharon fue la terraza sobre la cual levantaron su edificio desde el nivel de la calle.
La terraza no solo eleva la biblioteca, exaltando simbólicamente al público que la usaría, sino que también ayuda a orquestar una secuencia de movimientos cuidadosamente calibrada dentro y a través del edificio, comenzando con el enfoque desde la calle. A medida que el visitante sube por las amplias y acogedoras escaleras de la terraza de la Quinta Avenida, la fachada principal de la biblioteca se expande horizontalmente y domina completamente el campo de visión. Carrère & Hastings diseñaron esta larga fachada de acuerdo con el tipo de palacio francés de cinco partes (entrada central o frontispicio, alas empotradas y pabellones finales).
El pórtico central (un pórtico sostenido por columnas) compuesto por tres grandes aberturas arqueadas con un alto ático esculpido (pared) arriba recuerda un antiguo arco triunfal romano, una referencia simbólica que sugiere una bienvenida ceremonial a la biblioteca.
Flanqueando la entrada del conjunto encontramos a los dos majestuosos leones de mármol rosa de Tennessee, obra del escultor Edward Clark Potter, inicialmente apodados Leo Astor y Leo Lennox, en honor a los dos fundadores de la New York Public Library, y que han visto pasar frente a su grave mirada los más importantes acontecimientos vividos y celebrados por la ciudad. Estos leones pasaron el pasado año 2019 por un proceso de limpieza y restauración para estar a la altura del aniversario que ahora conmemoramos.
En el interior, tras remontar la escalinata principal y acceder al interior a través de la columnata exterior al imponente Astor Hall, el lector o visitante sería invitado a acceder a los niveles superiores mediante dos majestuosas escaleras, que tras el paso por la segunda planta, con salas de tipo eminentemente funcional, nos llevan al tercer nivel donde encontramos las salas principales de la biblioteca.
Quizás la más icónica y que reciba la mayor parte de la atención por parte del visitante es la grandiosa Rose Main Reading Room, la joya de la corona de la NYPL, con una dimensiones interiores de 297 por 78 pies y con sus techos artesonados a 52 pies de altura y con una capacidad para acoger en su espacio a 600 lectores y con acceso directo en ella a más de 20000 volúmenes.
Bajo esta gran sala encontraremos siete niveles dedicados al almacenaje de los fondos bibliográficos de consulta, los llamados stacks, visibles a través de las ventanas enfrentadas al Bryant Park, que son traídos bajo demanda de los lectores a la gran sala de lectura mediante un sistema de transporte vertical para dichos libros. Un sistema que originalmente consistía en cápsulas que viajaban verticalmente por unos conductos neumáticos y que posteriormente se reemplazaria por un sistema mecánico dada la complejidad de mantenimiento del sistema.
Esta Main Branch, proyectada en el omnipresente estilo Beaux-Arts era en este momento la estructura de mármol más grande construida en los Estados Unidos, con 3.5 millones de piezas distribuidas en (unos 34,800 m2).
El coste final fue de $10 millones, excluyendo el costo de los libros y el propio terreno, lo que representa un aumento de cuatro veces sobre el costo inicial estimado de $2.5 millones.
Durante gran parte del siglo XX, muchos arquitectos, críticos e incluso historiadores consideraron que la arquitectura Beaux-Arts tenía poca estima. Sin embargo, el edificio principal de la Biblioteca Pública de Nueva York siempre ha suscitado un grado de reverencia entre sus usuarios: académicos y otros investigadores, novelistas y dramaturgos, líderes culturales y ciudadanos comunes, quienes parecen encontrar cosas de valor especial y duradero en el edificio. Entre estas cosas especiales se encuentran, por supuesto, sus abundantes tesoros: los libros y documentos que constituyen a la postre su razón de ser.
Pero también proporciona, a través de sus hermosos pasillos, rincones graciosos y acogedores, y un ambiente en sintonía con las actividades académicas, un refugio temporal de la dureza del mundo que las bibliotecas, grandes y pequeñas, siempre han proporcionado.
El vestuario arquitectónico de Carrère & Hastings para la biblioteca ha puesto de acuerdo a todas estas personas, e incluso a los críticos más duros de la actualidad, en que es un signo apropiado y duradero de la importancia de la institución para la vida intelectual y cultural de una metrópolis mundial.
El 23 de mayo de 1911, la Main Branch de la Biblioteca Pública de Nueva York se abría ceremonialmente con la asistencia de más de 15,000 invitados.
La ceremonia fue presidida por el presidente William Howard Taft y contó con la presencia del gobernador John Alden Dix y el por entonces alcalde William Jay Gaynor.
Al día siguiente, 24 de mayo, se invitó al público, y decenas de miles fueron a la «joya de la corona» de la Biblioteca.
El primer libro solicitado fue Filosofía de las obras de Shakespeare, de Delia Bacon, aunque el libro no estaba realmente en la colección de esta biblioteca principal en ese momento;
Esto más tarde se reveló ser un mero recurso publicitario. El primer artículo entregado fue»Ideas éticas de nuestro tiempo»), un estudio de Friedrich Nietzsche y Leo Tolstoy. El lector presentó su solicitud a las 9:08 de la mañana y recibió su libro siete minutos después.
Debido a que hubo tantos visitantes durante la primera semana de la apertura de la gran biblioteca principal, los directores de la NYPL inicialmente no contaron el número de visitantes, pero estimaron que unos 250,000 visitantes y lectores fueron atendidos durante esta primera semana.
Hoy en día, las 92 ubicaciones de la Biblioteca incluyen cuatro centros de investigación, que se centran en las humanidades y las ciencias sociales, artes escénicas, la historia y la cultura afroamericana, así como los negocios y la industria, así como una red de bibliotecas de proximidad en todo el Bronx, Manhattan y Staten Island.
En todo el sistema, la Biblioteca proporciona acceso gratuito y abierto a sus colecciones e información en formato físico y electrónico, así como sus servicios para personas de todas las edades, desde niños pequeños hasta adolescentes y adultos.
Las colecciones de investigación y circulante conforman un total de más de 51 millones de artículos, entre ellos materiales para personas con discapacidad visual.
Además, cada año, la Biblioteca presenta miles de exposiciones y promueve programas públicos, que incluyen clases de tecnología, alfabetización, investigación e inglés para hablantes de otros idiomas.
La Biblioteca atiende a unos 18 millones de usuarios que pasan por sus puertas anualmente; Además, el sitio web de la Biblioteca recibe 32 millones de visitas anuales de más de 200 países.
Además de la NYPL, Nueva York cuenta con otros dos sistemas independientes de bibliotecas. Tanto Brooklyn como Queens, boroughs integrados en Nueva York desde la llamada Consolitation de 1898, cuentan hoy en día con sus propios sistemas de bibliotecas.
La razón inicial, es precisamente esta, que estos dos sistemas de bibliotecas fueron fundados antes de 1898, cuando Brooklyn era una ciudad independiente de Nueva York y Queens una serie de poblaciones predominantemente agrícolas y ganaderas, puerta de entrada la gran área rural que era Long Island.
Al producirse la unión de los 5 boroughs que hoy conocemos, los antiguos representantes de estos dos grandes boroughs incorporados se opusieron a la unificación con el sistema de la NYPL por temor a que esta cerrase muchas de las bibliotecas que ya tenían, por considerarlas ineficaces o poco frecuentadas por estar en ubicaciones remotas de la ciudad, algo que podemos comprobar hoy en día en ubicaciones tan lejanas que por aquel entonces no se considerarian esenciales, como localizaciones remotas como los Rockaways o la zona maritima de Queens, donde la Queens Public Library cuenta hoy con múltiples bibliotecas de barrio.
Por otra parte, cuando en 1901, el magnate Andrew Carnegie donó los más de 5 millones de $ para la construcción de las nuevas bibliotecas, y Queens y Brooklyn se negaron a incorporarse, la ciudad les amenazó con cortar su financiación bajo la acusación de no actuar en favor del interés general.
Esto provocó una oleada de encendidos artículos y manifiestos por parte de los representantes de Brooklyn y Queens. Estos argumentaban que sus respectivas localidades ya habían hecho concesiones suficientes a Manhattan en el proceso de consolidación, y el cierre de sus bibliotecas no iba a ser otra de esas cesiones.
Huelga decir, que la voz de los opositores a la fusión prevaleció y así se mantienen hasta nuestros días.
La idea de un único sistema de bibliotecas en toda la ciudad todavía surge de vez en cuando, generalmente por razones fiscales y presupuestarias. En 2014, Eric Ulrich, un concejal de Queens, pidió una consolidación después de que un informe afirmara que las bibliotecas de la ciudad estaban al «borde de una crisis de mantenimiento».
Las conversaciones con representantes de los tres sistemas confirmaron que hay poco apetito por una fusión. Las colecciones y servicios de cada sistema se adaptan a las necesidades de las comunidades a las que sirven, un equilibrio que se ha perfeccionado durante décadas.
También hay que decir que estos tres sistemas de bibliotecas frecuentemente trabajan coordinadamente. Para el proceso presupuestario del consejo de la ciudad cada año (dado que los tres reciben la mayoría de sus fondos de la ciudad), los representantes acuerdan una estrategia común para buscar su mejor financiación e incluso en ocasiones, como en octubre de 2017, los tres sistemas perdonan las multas acumuladas por retrasos de los socios menores de 18 años, ofreciendo a los jóvenes de la ciudad un borrón y cuenta nueva en sus expedientes como lectores.
Una potencial fusión de los 3 sistemas se vería también obstaculizada por algunas diferencias logísticas y de funcionamiento interno.
Por ejemplo, Nueva York y Brooklyn usan un sistema de código de barras para rastrear materiales, lo que les permite compartir la clasificación de sus libros, mientras que la Queens Public Library emplea el sistema de etiquetas basadas en radiofrecuencia
Desde aquel ya lejano 23 de Mayo de 1895, la New York Public Library ha contribuido e inspirado la educación de millones de personas que han pasado en sus 125 años de existencia por alguna de sus salas e instalaciones.
Fundada por inmigrantes y magnates. Admirada por presidentes y líderes como William Howard Taft o el propio Vladimir Lenin, ha tenido en su plantilla desde atletas olímpicos, a espías soviéticos, ha servido mediante sus mapas a la búsqueda de tesoros y planificación de operaciones para los comandantes aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Pero además de eso, ha evolucionado junto a la ciudad a la que sirve, creando sucursales en puntos tan singulares como antiguas prisiones, cines o más recientemente una reconvertida fábrica de chocolate.
En la década de 1930, durante los años de la Gran Depresión, el tan renombrado alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia rebautizó a los queridos leones que custodian la emblemática biblioteca en su acceso principal , como Patience and Fortitude, Paciencia y fortaleza, representando las dos cualidades que sentía que los neoyorquinos necesitarían por aquel entonces para superar esos momentos tan difíciles.
Ese sentimiento ciertamente parece aplicable a los tiempos que vivimos ahora.
Así como los leones de la NYPL continúan firmes, vigilantes y desafiantes en sus podios de la 5a avenida, también lo hará Nueva York.
Creo firmemente que superaremos este momento juntos, con paciencia, fortaleza y un firme apoyo mutuo.
Traemos hoy al podcast una de las instituciones culturales más importantes y queridas de Nueva York: La NYPL o New York Public Library, que en Mayo de 2020 cumplió los 125 años desde su fundación.
Hacemos un repaso por su historia, el grandioso edificio de la Main Branch en la 5a Avenida y su papel de difusor cultural en la actualidad.
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