Podcast: New York City gas hookups ban. En busca de un nuevo paradigma energético

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En una votación celebrada  el 12 de Diciembre de 2021, el NYC Council, el pleno del consejo del ayuntamiento de Nueva York, aprobaba la prohibición del uso del gas natural como fuente de generación de agua caliente sanitaria, calefacción en cualquiera de sus modalidades o sistemas y suministro de gas para cocina en los edificios de nueva construcción a partir del año 2023, uniéndose así  a otras ciudades como las californianas San José y San Francisco que ya habían hecho compromisos similares con el fin último de reducir las emisiones de los edificios de los gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Alejarse del uso del gas natural significa que cocinas y demás sistemas de generación de calor para calefacción y agua caliente, habrán de funcionar íntegramente con electricidad a partir del vencimiento de los plazos y moratorias de implantación de esta ordenanza denominada como Local Law 2021/154

La nueva ordenanza, aprobada con 40 votos a favor y siete votos en contra, se aplicará inicialmente a los edificios de siete plantas o menos, los denominados low-rise, cuyo permiso de obras se conceda a partir de 2023 mientras que los edificios de mayor altura o high-rise, dispondrán de una moratoria de cuatro años adicionales, hasta 2027, para cumplir con estos requisitos en el diseño de sus sistemas de suministro energético.

NYC Council

Esta nueva ley contará con determinadas excepciones donde sí que se podrá continuar empleando el gas como fuente calorífica,  incluyendo en éstas excepciones a hospitales, lavanderías industriales, los crematorios funerarios y los generadores de emergencia que muchos edificios incorporan como medida para garantizar las condiciones de seguridad y evacuación de los edificios en caso de una pérdida total de suministro eléctrico.

Es sabido y objeto de estudios que casi el 40% de las emisiones de carbono a la atmósfera del país, y en particular, más de la mitad de las emisiones de la ciudad de Nueva York de este gas, provienen específicamente de los edificios.

Otro objetivo: Calidad del aire interior

Los aparatos domésticos eléctricos contribuyen de forma clara a mejorar la calidad del aire interior de las viviendas y otros tipos de edificios, al eliminar las emisiones generadas por la combustión y las potenciales micro fugas de gas natural, que estarían relacionadas con el asma y en algunos casos incluso con  el cáncer”. Investigaciones recientes muestran que niños que vivían en hogares con cocinas a gas tenían un riesgo un 42 por ciento mayor de experimentar síntomas de asma.

Esta nueva ordenanza también establece, a su vez, la realización de dos exhaustivos estudios encargados a la Oficina de Planeación y Sostenibilidad, dependientes directamente de la oficina de la Alcaldía. 

El primero de estos estudios examinará la implantación del uso generalizado de la tecnología de bombas de calor reversibles para su uso en calefacción y generación de agua caliente sanitaria, mientras que el segundo se trataría de un estudio sobre el impacto que la nueva ley supondrá en la red eléctrica de generación, suministro y distribución de la ciudad.

Obviamente ,el rechazo masivo de la industria productora contra las prohibiciones del uso del gas natural nunca se han hecho de esperar ante estas medidas, pero esto no ha impedido que muchas ciudades de todo el país hayan asumido el reto y el esfuerzo. 

Al menos 42 ciudades de California han actuado para limitar el uso del gas en los nuevos edificios, e incluso ciudades de un tamaño significativo como Salt Lake City y Denver también han hecho planes para avanzar hacia la electrificación total de las edificaciones.

Berkeley, California, se convirtió en la primera ciudad de los EE. UU. en prohibir las conexiones de gas en las nuevas construcciones ya en 2019.

Ahora, Nueva York la ciudad más grande de los Estados Unidos se une al desafío de eliminar gradualmente los combustibles fósiles de las nuevas construcciones.

Esta prohibición del uso del gas en los edificios se verá ya plasmada formalmente en la normativa local dentro de la revisión de 2022 del NYC Building Code, la normativa técnica fundamental, que junto con la Zoning resolution, rige la construcción en esta ciudad.

La industria de la construcción y la promoción inmobiliaria  ya está trabajando en un plan para adaptarse a este nuevo paradigma y más concretamente para el primer rascacielos totalmente eléctrico de la ciudad. 

En el sector, las reacciones a esta legislación han sido diferentes y encontradas. Por una parte, los edificios 100% eléctricos añaden un componente de eficiencia en su funcionamiento y simplicidad en su diseño y ejecución. 

Por otro lado, existen en EEUU, inercias establecidas en el consumidor que asocia el uso de gas con una mayor calidad en la habitabilidad, algo hasta cierto punto lógico en un país que es uno de los mayores productoras mundiales de este combustible y además, la industria asociada no ha escatimado recursos en promover mediante recursos publicitarios tan vigentes hoy por hoy como campañas en redes sociales por parte de los llamados influencers, mensajes resaltando las supuestas virtudes de la gastronomía preparada con cocinas de gas.

Pero aun así, en Nuev York, y como hito del inicio de esta transición, los trabajos de construcción han comenzado ya en el desarrollo situado en el downtown de Brooklyn por parte de la compàñia Alloy Development, con su llamado llamado Alloy Block, un complejo que incluirá cinco edificios con más de 850 apartamentos, 200,000 pies cuadrados de espacio para oficinas, 40,000 pies cuadrados de tiendas minoristas y dos escuelas públicas, todo ello diseñado con los estándares Passivhaus.

Cómo se genera la energía que Nueva York consume

Cuando hablamos de eliminar completa o parcialmente los combustibles fósiles de la ecuación del consumo energético en una ciudad que va camino de los nueve millones de habitantes, hay que ser coherente y reconocer que a día de hoy, lo que ello supone es un traslado del consumo y emisiones de dicho gas hasta los puntos de generación eléctrica.

El 65% del suministro eléctrico que hoy demanda Nueva York es generado mediante combustibles fósiles, seguido por un 25% de origen nuclear para dejar un marginal 10% a las fuentes renovables como la energía  hidroeléctrica, eólica y solar.

Por ello, el desafío para estos movimientos en favor de la reducción de emisiones a la atmósfera depende claramente del aumento de la capacidad de generación eléctrica tanto renovable como nuclear dentro del entorno geográfico del noreste de los EEUU.

Parques eólicos marinos en NY

A finales de 2013, el estado de Nueva York ocupaba el decimoprimer puesto en los Estados Unidos en cuanto a capacidad de generación de energía eólica instalada, con 1.722 MW instalados.

En 2016, la generación eólica proporcionaba el 2,94 % de la producción de energía del estado. Este porcentaje aumentaría a 3,66% en 2019.

Para ayudar a cumplir los objetivos de energía renovable marcados por el estado para la generación de  energía eólica,  hasta hoy en día, se han licitado en las costas de la plataforma continental frente a Nueva York y Long Island 5 campos eólicos marinos que se espera generen un total de más de 4.300 megavatios y que representarán casi el 50 por ciento de la capacidad necesaria para alcanzar el objetivo de energía eólica marina para el estado, de 9.000 megavatios en 2035.

Esta potencia instalada suministrará electricidad a más de 2.4 millones de hogares y se espera que creará 6.800 puestos de trabajo en el sector.

Los dos campos marinos más cercanos a la ciudad, el denominado campo Empire 1 y 2 contarán con su puerto de acceso de montaje de componentes y suministros en la terminal de carga del puerto de Brooklyn.

Nuclear

A finales de 2020, había en EEUU 94 reactores nucleares en funcionamiento con una capacidad de generación combinada de aproximadamente 96.555 MW. 

Desde 2014 hasta 2018, la capacidad de generación nuclear anual y la generación de electricidad aumentaron año tras año incluso cuando disminuyera el número de reactores en funcionamiento.

Las mejoras en las capacidades eléctricas en las centrales nucleares han hecho posible que toda la flota de reactores nucleares en funcionamiento mantenga una capacidad de generación de electricidad total relativamente constante. 

Estas mejoras, combinadas con tasas de utilización de alta capacidad facilitaron a las plantas de energía nuclear mantener una participación constante de alrededor del 20% de la generación eléctrica total anual de EE.UU. desde 1990 hasta 2021. 

Algunos reactores también aumentaron la generación anual de electricidad al acortar la duración de tiempo en que estos reactores están fuera de servicio durante las operaciones de mantenimiento y recarga de combustible.

Indian Point Nuclear Power Plant, en el río Hudson

Aun así, a día de hoy, se espera que solo dos nuevos reactores que ahora están en construcción, las unidades Vogtle 3 y 4, en el estado de Georgia entren en funcionamiento antes de 2023.

Con todo esto se abren ante la situación geopolítica y energética mundial que vivimos actualmente muchos interrogantes sobre el futuro de la energía nuclear y su papel a la hora de garantizar una fuente estable y constante que de apoyo y respaldo a las intermitentes fuentes renovables.

La Administración de Información Energética de EE. UU. proyectaba en su Annual Energy Outlook 2022 que si bien en este año se ha agregado nueva capacidad de generación de electricidad nuclear, las retiradas de operación y la reducción de potencia de algunos reactores darán como resultado, con la tendencia actual, de una capacidad total de generación de electricidad nuclear total menor en 2050 que en 2021.

Frente a estos previstos cierres de reactores que se esperan en los próximos años, parece que la opción de los nuevos reactores experimentales, con modos de operación más simples y supuestamente más seguros que los que hoy en dia dan servicio comercial, es el único camino a seguir si se quiere seguir teniendo a la generación nuclear como respaldo a las fuentes de producción renovables.

Otras leyes 

En este impulso que se quiere dar en la mitigación de la presión medioambiental que una ciudad como Nueva York ejerce en este área del Noreste de los Estados Unidos, se unen otras iniciativas legislativas, algunas de las cuales van en la línea de las adoptadas en otras latitudes.

New Green Deal

La iniciativa local de Nueva York en respuesta a la iniciativa política denominada en 2019 como New Green Deal es la denominada Local Law 97 o Climate Mobilization Act, cuyo objetivo principal es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30 por ciento para 2030 para combatir las causas de origen humano del cambio climático.

A tenor de esto, las estructuras y edificios construidos que midan 2.500 metros cuadrados o más, son ya evaluadas en base a su eficiencia energética considerando los aspectos de envolvente térmica, fuentes y consumo de energía empleadas por sus sistemas y tendrán el mandato de colocar esta calificación, representada mediante las ya habituales letras comprendidas entre la A y la F, en un lugar «claramente visible» en el edificio, similar a cómo el Departamento de Salud otorga a los restaurantes una calificación de seguridad alimentaria que se muestra de manera prominente, tal como hemos tratado ya hace tiempo en otro capítulo de este podcast.

Local Law 92/94 solar in buildings

En la misma dirección, la Local Law 94/92 exige que los proyectos que involucren la construcción o ampliación en los edificios instalen infraestructura de energía solar fotovoltaica o en su defecto una cubierta verde en todo el espacio de cubierta no ocupada por las instalaciones propias del edificio.

Los edificios que por condicionantes de forma no puedan acomodar un mínimo para la generación de 4 kW de energía solar fotovoltaica o 200 pies cuadrados de cubierta verde, pueden acogerse a una exención especial de este requisito.

Esta ordenanza  entraba en vigor el 15 de noviembre de 2019 y esta ya comenzando a modelar el nuevo paisaje de las cubiertas y el llamado skyline de Nueva York, a la vez que fomentando nuevos sectores profesionales y de la economía dentro del mundo de la construcción.

Bird Friendly design

La Local Law 15/2020, denominada Bird Friendly design que entró en vigencia el 10 de enero de 2021, es una buena noticia para los defensores de la vida silvestre y, por supuesto, para las aves. 

Las nuevas edificaciones deben ya  cumplir con una serie de requsitos en el diseño de sus fachadas para evitar que las aves vuelen y colisionen contra las superficies acristaladas de estos edificios.

Estudios científicos estiman que 240.000 pájaros mueren anualmente en la ciudad al chocar contra superficies transparentes o semitransparentes de los edificios. 

A nivel nacional, el número se estima que es de alrededor de mil millones. 

Y la mayoría de estas aves tampoco son palomas, las cuales podría pensarse que no es una especie clasificada como de encontrarse en situacion de peligro, sino que muchas de estas aves pertenecen a especies en ruta durante sus migraciones anuales. 

Cansadas durante los largos vuelos, muchas confunden los reflejos y destellos en las ventanas de vidrio con las copas de los árboles donde posarse a descansar.

La nueva ordenanza de Nueva York, que se une a una serie de otras ciudades con similares regulaciones favorables con las aves, utiliza la clasificación de amenazas materiales establecida por la American Bird Conservancy para guiar a los diseñadores. 

Cuanto menor sea el parámetro denominado como factor de amenaza, menos peligroso es un diseño de un elemento de fachada para las aves. 

Se requiere un factor de amenaza de 25 o menos para los cerramientos exteriores y las «instalaciones con potencial peligro para aves», tales como barandillas y barreras acústicas de vidrio. 

También establece la norma que se deben evitar las «condiciones de vuelo a través», que harían que las aves pensaran que podrían volar a través de un área debido a las superficies transparentes de vidrio.

El uso de grabados, serigrafiados y otros patrones en los vidrios se plantean en muchos casos como opciones que favorecen la reducción de este factor de amenaza para las aves.

Las prohibiciones al uso del gas en los edificios son solo el último desafío para una industria ya bastante asediada por campañas contra el fracking, los oleoductos y las centrales de generación eléctrica que se abastecen con gas.

El uso del combustible conocido durante mucho tiempo como gas natural, es sabido que es menos dañino para la salud respiratoria que la combustión de derivados directos del petróleo y emite a la atmósfera menos carbono, pero su producción también libera metano, un gas de efecto invernadero aún más potente.

De hecho, las tendencias han puesto a la industria del gas lo suficientemente nerviosa como para presionar a los estados para que prohíban a las distintas localidades promulgar prohibiciones contra el uso del gas. 

En esta línea y hasta el momento, 20 legislaturas estatales, han aprobado ya leyes que impiden establecer estas prohibiciones influenciadas por el lobby de las compañías gasísticas que además, en el actual panorama geoestratégico de la energía, han cobrado renovado protagonismo en el balance mundial de la producción energética.

Serán iniciativas de este tipo un mero traslado del consumo de combustibles fósiles desde los puntos de consumo de estos hasta las plantas de generación eléctrica?

Se logrará compensar el pool eléctrico con fuentes renovables y energía nuclear? 

Es razonable tener dudas al respecto y decir que los interrogantes siguen sobre la mesa.

Aun así, Nueva York, esta ciudad, ya sabe lo que es ser golpeada duramente por eventos climáticos extremos que dejaron profundas cicatrices en las calles y sus costas, de las cuales, algunas  aún están siendo reparadas, y por ello, con las fricciones inherentes a estos profundos cambios estratégicos, ha tomado la determinación de ponerse a la cabeza de las respuestas y liderar un cambio de dirección en el modo en que empleamos ese preciado recurso que es la energía.

Podcast: Stanford White. Vida y muerte del arquitecto de la Gilded Age

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Es la noche del 25 de junio de 1906. 

En el teatro al aire libre situado en la cubierta del Madison Square Garden, el recinto de espectáculos cuya segunda encarnación inaugurada en 1890, situado entre la calle 26 y Madison Avenue y coronado por una torre inspirada en la Giralda de Sevilla,  se representa la obra Mam’zelle Champagne, la comedia musical más destacada del momento en el panorama de variedades de Broadway.

Entre el público, una figura ilustre por aquellos días en los círculos de la vida cultural y social de Nueva York.

No es otro que Stanford White, arquitecto socio del triunvirato director de la ya prestigiosa firma McKim, Mead & White, los cuales durante esos años sembrarían Nueva York, así como otras ciudades de los Estados unidos con una pléyade de edificios y monumentos que pasarían a formar parte indiscutible de la historia de la arquitectura de finales del Siglo XIX y principios del XX.

El Madison Square Garden

Evelyn y Harry Thaw

Unas horas antes, alrededor de las seis de la tarde de ese mismo día, la joven Evelyn Nesbit salía de su suite en el hotel Lorraine, en la Quinta Avenida.

Evelyn se reúne en un bar cercano con Harry Thaw, un millonario de Pittsburg dedicado al negocio del carbón y el ferrocarril, con el que había contraído matrimonio un año antes, en abril de 1905.

Tras acabar Harry el tercero de sus tragos, la pareja se dirige al cercano Café Martin, un local emblemático en el Nueva York de principios del siglo XX, situado en la esquina de la calle 26 con la Quinta Avenida.

En el transcurso de la cena compartida con otros dos amigos, la joven se conmociona al ver entrar al restaurante al propio Stanford White, con quien ella había mantenido una polémica relación solo unos años antes.

A pesar del calor casi récord registrado en Nueva York ese día, Evelyn Nesbyt, como recordaría más tarde, se quedaría congelada en su sitio por el  miedo ante la posible reacción de su ahora esposo si llegaba a cruzarse en el camino del arquitecto. 

Su marido, al notar el cambio en el estado de ánimo de su esposa, pregunta a Evelyn si todo iba bien o algo había ocurrido.

Ella le escribiría en una discreta nota: «White estuvo aquí pero ya se fue». 

Después de leer esta nota, Harry Thaw mantendrá sus impulsos sorprendentemente bien disimulados, según le pareció a Evelyn, hasta después de la cena, momento cuando se dirigió a recuperar su sombrero de paja del guardarropa del restaurante para ponerselo con brusquedad con tal fuerza hasta el punto de romper una de sus alas. 

Al salir del restaurante, Harry le anuncia que había adquirido entradas para un nuevo musical, Mamzelle Champagne, que se estrenaba esa noche en el teatro al aire libre en la azotea del Madison Square Garden.

Evelyn Nesbit

El asesinato

En algún momento durante el programa, Thaw se enteraría de que Stanford White planeaba asistir a ver parte de la representación. 

Más tarde, los testigos informarían haber visto a Thaw paseando por la parte trasera del teatro «como un tigre enjaulado». 

Poco antes de las once, cuando el espectáculo se acercaba a su fin, Stanford White ocupa su asiento habitual, en una pequeña mesa,  a solo cinco filas del escenario.

Harry tardará solo unos minutos en darse cuenta de la entrada de su archienemigo, pero una vez lo hizo, se puso de pie con una mirada aturdida en sus ojos. 

Evelyn le sugirió que se fueran y así comenzaron a dirigirse hacia el ascensor. Pero mientras Evelyn conversaba brevemente con un amigo con el que se habían cruzado, Harry Thaw se escabulle.

En el escenario, mientras la fila de coristas canta «I Could Love a Thousand Girls», la audiencia escucha una ráfaga de disparos, seguida posteriormente por dos disparos más. 

Evelyn sabría de inmediato lo que había sucedido. «¡Le ha disparado!» gritaba ella. 

Mientras la sangre de Stanford White se derramaba sobre el mantel de su mesa volcada, Harry Thaw gritaba su triunfo: 

«¡Lo hice porque arruinó a mi esposa! ¡Se lo merecía! ¡Se aprovechó de la niña y luego la abandonó!» 

White había recibido dos disparos en la cabeza y uno en el hombro. 

El primer disparo lo recibió desde una distancia de apenas dos metros, después de que Thaw se dirigiera directamente a la mesa de White sacando un revólver de debajo de su abrigo. 

El segundo y el tercer disparo llegaron desde una distancia aún más cercana, tal vez solo a medio metro.

A las tres de la mañana del día siguiente, Thaw seria acusado de asesinato y escoltado desde la comisaría hasta la prisión llamada popularmente The Tombs, en el bajo Manhattan. 

Evelyn Nesbit lograría escapar del acoso de la prensa (ganándose el apodo de «la chica Houdini») y pasaría dos noches sin dormir encerrada en el departamento de un amigo en el distrito de los teatros. 

Mientras tanto, la ciudad se llenaba de rumores sobre los posibles motivos del asesinato, e incluso el estudio de Thomas Edison trabajaria horas extras para acelerar una versión cinematográfica de Rooftop Murder para los cines.

El informe de la autopsia, hecho público por el testimonio del forense en el juicio de Thaw, además de las evidentes causas de la muerte,  reveló que White tenía graves problemas de salud, como de la enfermedad de Bright, una tuberculosis incipiente y deterioro severo del hígado.

The Gilded Age

Vivimos un periodo histórico en Estados Unidos denominado como la Gilded Age, la edad dorada, comprendida entre la década de 1870 y la de 1900 y que como toda era está sujeta a diversas interpretaciones en cuanto a sus implicaciones económicas y sociales.

Algunos, como el mismo Mark Twain (el que acuñaría el periodo con este nombre en su novela homónima), y amigo personal de Stanford White, se refiere a esta era como en la que un barniz de prosperidad material cubría los florecientes problemas sociales estadounidenses. 

La arquitectura y la vida personal de Stanford White podrían describirse en los mismos términos.

Para otros autores, la Gilded Age, fue un periodo de rápido crecimiento económico, especialmente en el norte y oeste de los Estados Unidos. 

A medida que los salarios estadounidenses aumentaron mucho más que los de Europa, especialmente para los trabajadores cualificados y la industrialización exigía una mano de obra no cualificada cada vez mayor, este período sería testigo de una afluencia masiva de millones de inmigrantes del viejo continente.

La rápida expansión de la industrialización condujo además a un crecimiento de los salarios reales del 60% entre 1860 y 1890, y se propagaría por una masa laboral en constante aumento. 

El salario medio anual por trabajador industrial (incluidos hombres, mujeres y niños) aumentó de 380 dólares en 1880 a 564 dólares en 1890, un aumento del 48%. 

Por el contrario, la Gilded Age, también fue una era caracterizada por pobreza y desigualdades sociales abyectas, ya que millones de inmigrantes, muchos de ellos de regiones empobrecidas, llegaban a Estados Unidos produciendo que la alta concentración de la riqueza se volviera más visible y polémica. 

Pero la Gilded Age también supuso un vuelco radical en la cultura popular en EEUU.

Durante este periodo, la cultura popular se convirtió en un aspecto muy importante de la sociedad debido al surgimiento de la cultura del ocio y el consumismo masivo. 

Los jóvenes serían entonces ya los mayores consumidores durante estos años, mientras que sus mayores generalmente menospreciaban estas nuevas tendencias, viéndola como impactante e inmoral. 

Andar en bicicleta, el disfrute de los espacios naturales y los parques públicos crecieron en prominencia entre estos estratos sociales jóvenes y emergentes.

La impresión también se hizo más barata, lo cual condujo a un aumento en la publicación de periódicos, novelas baratas y libros de bolsillo. 

La poesía vería un aumento en popularidad con poemas que eran típicamente optimistas y fomentaban el progreso.

Las obras de teatro también se hicieron populares durante The Gilded Age siendo la obra de teatro más popular durante este tiempo, La cabaña del tío Tom. 

El Vaudeville, que era un género teatral de entretenimiento de variedades y se hizo muy popular durante The Gilded Age. 

Fue llamado «el corazón del mundo del espectáculo estadounidense» y fue uno de los tipos de entretenimiento más populares en América del Norte durante varias décadas. 

El Ragtime o Rag era un estilo de música basado en ritmos complicados que fue también muy popular durante esta Edad Dorada. Este estilo musical cuenta  con ritmos rápido y tiene sus raíces en las músicas tradiciones populares afroamericanas.

A su vez, debido a este aumento del consumismo masivo, los grandes almacenes se convirtieron en un desarrollo clave. 

En 1858, se fundaba Macy´s aunque la mayoría de los grandes almacenes estaban dirigidos por familias y estaban orientados principalmente  a la clase más acomodada.

Los deportes se hicieron muy prominentes por aquel entonces, viendo por primera vez la creación de un equipo de béisbol profesional, junto con el boxeo y las carreras de caballos. 

Mientras que las carreras de caballos generalmente se asociaban más con la clase alta, el béisbol y el boxeo serían más comunes entre la clase media.

También se caracteriza este periodo histórico por ser en el que los 250.000 nativos americanos que todavía  vivían en las Grandes Llanuras fueron confinados a reservas mediante la negociación de tratados tras 30 años de guerra con el gobierno.

Stanford White

Orígenes personales de Stanford White

Stanford White nace en Nueva York en 1853, hijo de Richard Grant White, un erudito de Shakespeare, y Alexina Black.

Su padre,un dandi y anglófilo con poco dinero, tenía en cambio muchas conexiones con el mundo del arte de Nueva York, incluido el pintor John LaFarge, el artista de vidrieras Louis Comfort Tiffany y el arquitecto paisajista Frederick Law Olmsted.

White realmente no recibió una formación arquitectónica formal o académica y como muchos otros arquitectos de la época, adquirirá el oficio como aprendiz. 

A la edad de 19 años, Stanford White ingresó como aprendiz en la oficina de arquitectura de Gambrill and Richardson, donde conocería a Charles Follen McKim.

Ya en 1878, White sintió que debía estudiar arquitectura en Europa. 

Durante casi dos años vivirá en París y viajará mucho en Francia y Europa, a veces con el propio McKim y el escultor Augustus Saint-Gaudens, haciendo bocetos de edificios y de detalles arquitectónicos, adornos medievales y armaduras.

Su atención por los detalles

Cuando regresa a Nueva York en septiembre de 1879, se une a los dos jóvenes arquitectos, McKim y Mead, para establecer la firma McKim, Mead and White. 

Los dos socios fundadores, Charles Follen McKim y William Rutherford Mead, fueron gigantes en la arquitectura de su tiempo y siguen siendo considerados como innovadores y líderes en el desarrollo de la arquitectura moderna a nivel mundial. 

Los tres, como parte de su asociación, acordaron acreditar todos los diseños de la empresa como obra colectiva de la misma, y no atribuirela a ninguno de los tres arquitectos socios individualmente.

Este trío, a través de sus obras llegaron a definir la práctica arquitectónica, el urbanismo y los ideales del Renacimiento estadounidense en el fin de siglo de Nueva York.

Formarían parte de una escuela de arquitectos de formación clásica pero también tecnológicamente muy hábiles que ejercerán la profesión hasta mediados del siglo XX.

Según algunos autores, solo Frank Lloyd Wright sería más relevante para la identidad y el carácter de la arquitectura americana moderna.

Si bien McKim y Mead se sintieron inicialmente atraídos por Stanford White por sus diseños de interiores, este demostró ser un valor esencial en todos los aspectos. 

Con una combinación distinta de estilos, se basaba en gran medida en las estructuras europeas históricas para imbuir a las de los Estados Unidos con su buscada majestuosidad. 

Sus viajes además,  alimentaron especialmente una pasión por la belleza, que condujo a una práctica interdisciplinaria en la que se consideraron todos los componentes de la presencia de la arquitectura, desde el paisajismo hasta los más pequeños detalles como los marcos de cuadros.

Pennsylvania Station

Los primeros encargos de White fueron para residencias privadas y monumentos. 

Como obra fácilmente localizable hoy en un espacio publico, diseñó el pedestal para el Monumento Farragut de Saint-Gaudens en Madison Square Park.

Las grandes obras 

Para conmemorar la toma de posesión como presidente de George Washington, White recibió el encargo de diseñar un arco de madera en 1889 en Washington Square, en el entronque de éste con la quinta avenida.

Tras la celebración, el público insistió en un arco permanente en piedra, que se completó en 1892. 

El precedente de este arco es claramente romano; la combinación clara y concisa de las ideas ornamentales clásicas es la firma de White.

En la biblioteca sonora de este podcast hemos hablado largo y tendido de dos grandes edificios públicos como la Pennsylvania Station o la James A. Farley Post Office Building, de los cuales hoy en día solo podemos revisitar el último de ellos, con su nueva adaptación para acoger al Moynihan Train Hall.

Fuera de Nueva York, la Boston Public Library destaca dentro del repertorio de McKim, Meade and White, siendo la tercera mayor biblioteca pública de EEUU, únicamente por detrás de la Biblioteca del Congreso y como no, la New York Public Library.

En este podcast también hemos hablado largo y tendido sobre los avatares y edificios que bajo el  nombre de “Madison Square Garden” se han construido y demolido en Nueva York en los últimos 150 años. 

Una de esas iteraciones, el Madison Garden de 1890, proyectado por el propio despacho de Stanford White, seria a la vez, en un tragico y macabramente ironico giro del destino, la escena de su propio asesinato.

White diseñó el Madison Square Garden como un centro de eventos espectaculares. Respaldado por un grupo de inversores neoyorquinos adinerados, incluido el propio White, este audaz proyecto demostró ser poco sostenible desde el punto de vista financiero, pero continuó durante muchos años sirviendo a una necesidad pública. 

Su diseño ofrecía color, alegría, exotismo español y una consistencia en el estilo.

En la división de proyectos dentro de la firma, White consiguió la mayoría de los encargos de casas particulares. 

En una época sin realistas visualizaciones informáticas fotorrealistas,  la  fluidez de White en el dibujo resultaba muy convincente para los clientes que no lograban obtener mucha comprensión de un plano de planta, y su intuición y facilidad para la representación captaron la fantasía de estos clientes.. 

White vivía en cierto modo la misma vida que sus clientes, aunque no tan lujosamente, y sabía cómo tenía que funcionar la casa: como un hotel de primera categoría, un vestíbulo de teatro o un decorado teatral con referencias históricas apropiadas. 

Era un diseñador hábil, que estaba listo para hacer una portada para Scribner ‘s Magazine o diseñar un pedestal para una  escultura. 

Extendería los límites de los servicios de arquitectura para incluir en ellos la decoración de interiores, el comercio de arte y antigüedades, e incluso la planificación y el diseño de fiestas. 

Extrovertido y sociable, poseía un gran círculo de amigos y conocidos, muchos de los cuales se convirtieron en sus clientes. 

White tuvo una gran influencia en el «estilo Shingle» de la década de 1880, en el estilo neocolonial y en las cabañas de Newport por las que es célebre.

Las casas de White en Long Island han sobrevivido bastante bien, a pesar de la pérdida de Harbor Hill en 1947, originalmente ubicada en Roslyn. 

Como era típico de la Guilded Age, el arquitecto poseía un amor descarado por la ornamentación y lo exótico. 

White combinaría azulejos de Delft con los de una mezquita islámica y además agregaría elementos metálicos de un templo japonés. 

Operaba a un nivel puramente visual, muy desarrollado, sin pautas culturales o límites. Si se veía bien, lo ponía.

Fue tal la actividad arquitectónica de White que exploraría también campos menos convencionales de la profesión, llegando incluso a participar en el desarrollo de  la Torre Wardenclyffe para Nikola Tesla, también en Long Island, fue una de las primeras estaciones experimentales de transmisión inalámbrica.

Evelyn Nesbit

Tras el personaje profesional y social., Stanford White había ocultado su carácter de depredador sexual,, ayudándose de la apariencia de ser un hombre casado y «respetable». 

En 1884 se había casado con Elizabeth «Bessie» Springs Smith, una joven de 22 años, y descendiente del fundador del poblado de  Smithtown en la costa norte de Long Island. 

En el vecino pueblo de St. James, White diseñaría para su uso Box Hill, un refugio de verano que sirvió como lugar de exhibición de su gran pericia estética, y que  todavía hoy es propiedad de sus herederos.

Después de una fastuosa boda, el matrimonio White se tomaría una luna de miel de seis meses viajando por Europa y el Cercano Oriente, comprando abundantes antigüedades y fragmentos arquitectónicos para su propia colección y la de sus clientes. 

Una vez de vuelta en Nueva York, White se convirtió en toda una sensación con su ropa llamativa, cabello rojo y bigote, además de una personalidad exuberante.

El biógrafo de White, Brendan Gill, describe al arquitecto como un «hombre grande, fanfarrón, abierto y adorable de gran talento, y además…. un sátiro». 

Stanford White manifestaba un deseo casi insaciable por las chicas jóvenes y el sexo salvaje. 

En 1887, White junto con un grupo de adinerados  libertinos de Nueva York fundarían el Sewer Club, un lugar para beber y cometer estos excesos sexuales lejos de la mirada de la opinión pública.

Además, las chicas que atraían  parecían encontrar irresistible el dinero y el poder de White, lo que le permitía mantener varios asuntos simultáneamente. 

La propia nieta de Stanford White, Suzannah Lessard, en su biografía titulada “Architect of Desire”, describe a su antepasado como «sexualmente descontrolado”.

Para satisfacer este apetito por las mujeres jóvenes, se citaba con muchas de ellas en su apartamento de varias plantas en Manhattan que contaba con una discreta entrada trasera en la calle 24. 

Allí, tenía una habitación pintada de verde y equipada con un columpio de terciopelo rojo suspendido del techo por cuerdas entrelazadas con hiedra. 

Según Simon Baatz, autor del libro de 2018 “The Girl on the Velvet Swing”, el arquitecto con sus adinerados compañeros de club, organizaba frecuentes orgías en este tipo en lugares secretos que se encontraban esparcidos por toda la ciudad.

Evelyn Nesbit, era todavía una adolescente cuando conoció a Stanford White, pero su imagen era ya muy popular por aquellos días gracias a su aparición en diversos espacios publicitarios publicados a lo largo y ancho de la ciudad.

Con la aprobación de su madre, White entabló una llamada «relación de cuidado» con la aspirante a actriz en 1901, lo que le ayudó a establecerse en la sociedad. 

Evelyn no solo fue al dentista a expensas de White, que encontraba que los dientes en mal estado eran muy desagradables, sino que también trasladó a la joven y a su madre desde una humilde pensión a un hotel. 

White le proporciona a Evelyn una asignación semanal sorprendentemente generosa de $25 y, según la biografía de Lessard, la obsequiaría con costosos regalos, que incluían una gran perla con una cadena de platino, un juego de pieles de zorro blanco, un anillo de rubí y diamantes y dos anillos de diamantes en solitario , que le regaló en Navidad, que a su vez resultó ser también su decimoséptimo cumpleaños.

La llamada «relación» pareció haber durado alrededor de seis meses, aunque luego, la versión oficial que se adoptó en sociedad es que se mantuvieron en términos de cortesía socialmente hablando.

El juicio del siglo

El juicio del siglo

El juicio por el asesinato de Stanford White por parte de Harry Thaw de se iniciaria el 4 de Febrero de 1907.

Durante éste, el mundo se enteraría de que al principio de su relación, White había invitado a la adolescente Nesbit a cenar en su apartamento, le sirvió champán posiblemente mezclado con algún estupefaciente y luego la violaría después de que esta se desmayara.

Cubriendo el juicio, el propio Mark Twain, publicaría que toda la sociedad de Nueva York sabía desde hace mucho tiempo que White se dedicaba «con entusiasmo, diligencia, voracidad y sin remordimiento a la caza de niñas hasta su destrucción …”. 

En el estrado de los testigos, ante la audiencia de una sala de tribunal llena de hombres, Evelyn Nesbit relataría con el más mínimo detalle la historia de la persecución de White por ella, incluso hasta los detalles de su atroz victoria, “una victoria cuyos detalles bien podría decirse que no se pueden imprimir «.

El 1 de febrero de 1908,  y tras un año de intensa cobertura por parte de la prensa, el jurado absolvía al acusado, Harry Thaw, alegando demencia.

El juez también declaraba que la puesta en libertad de Thaw sería «peligrosa para la seguridad pública» y ordenó que lo enviaran al Hospital Estatal Psiquiátrico Mattawan, para criminales dementes «hasta que sea dado de alta por el debido curso de la ley». 

Harry Thaw, aparentemente esperando ser liberado inmediatamente después del veredicto del jurado, estalló en ira al escuchar las palabras del juez.

Siete años después, en junio de 1915, un jurado se reunía en la Corte Suprema de Nueva York para determinar si Harry Thaw estaba lo suficientemente cuerdo como para ser liberado de Mattawan. 

Evelyn Thaw, habiendo perdido cualquier sentimiento que hubiera tenido por Harry Thaw en el momento del juicio por asesinato, no ofreció testimonio esta vez. De hecho, se instaló temporalmente cerca de la frontera con Canadá para poder cruzar la frontera y abandonar el país en caso de que se le presentara una citación.

Harry testificaría con calma durante más de cinco horas. 

Cuando se le preguntó por qué esperó tres años para matar a White, Thaw respondería que: «No hay respuesta a esa pregunta. No puedo darle ni una siquiera. No había ninguna razón». 

El jurado encontró así  a Thaw lo suficientemente cuerdo. Dos días después, Harry Thaw era de nuevo un hombre libre.

El matrimonio de Harry y Evelyn sobrevivió solo unos meses más. 

En 1917, Thaw golpea salvajemente a un chico de diecinueve años, por lo que fue arrestado y devuelto al manicomio, donde permanecerá hasta 1924, falleciendo finalmente en 1947.

Después de divorciarse de Harry, Evelyn se casaría con su pareja de baile, Jack Clifford, pero ese matrimonio resultó de corta duración.

Nunca se volvió a casar. 

En 1955, una película titulada «La chica del columpio de terciopelo rojo» (protagonizada por Joan Collins en el papel de Evelyn Nesbit) reavivó el interés por la historia de Nesbit, White, Thaw. 

Ya en el momento del estreno de la película, Evelyn Nesbit vivía tranquilamente como una escultora de setenta y cuatro años en Los Ángeles. 

Evelyn Nesbyt falleció en 1967 por causas naturales.

Por su parte, Stanford White está enterrado en el cementerio de la Iglesia Episcopal St. James, cerca de su finca Box Hill, en Long Island.

Harry Thaw en prisión

Stanford White, tras su muerte, no se salvaría del frenesí acusador de la opinión pública, que ahora se hacía eco de lo que antes eran más que rumores, no solo criticándolo como el hombre despreciable que demostró ser, sino que también cuestionando sus logros profesionales como arquitecto. 

The Evening Standard concluiría que era «más un artista que un arquitecto», y su ecléctica obra hablaba de su «disolución social». 

Otra publicación, The Nation, también fue demoledora con su legado formal argumentando que :  adorna muchas mansiones adineradas estadounidenses con saqueos arqueológicos irrelevantes. 

Esta prensa no ahorraría términos en un lenguaje espeluznante para demonizar a White como un sibarita del libertinaje, además de un hombre que había abandonado las grandes y elevadas empresas artísticas y arquitectónicas en favor de las pulsiones más viciosas y depravadas.

Podcast: ¿Qué son las Brownstones?

En la obra del escritor Rex Stout, su emblemático personaje principal, el detective en la ficción Nero Wolfe, vive en una lujosa y acomodada casa con elegante fachada de piedra rojiza, con su planta principal vestida de grandes ventanales y a la que se accede mediante una escalinata con balaustrada del mismo material, y que se encuentra situada en la calle 35 Oeste de Manhattan.

La propia ciudad de Nueva York y The Wolfe Pack (su club de fans oficial) rindieron homenaje al propio escritor Rex Stout y a su excéntrico detective privado en la ficción, con una conmemorativa placa de bronce que fue instalada el 22 de junio de 1996 en este número 454 Oeste, de la calle 35.

Los aficionados a estas novelas habían identificado este número de la calle 35 como el sitio probable donde se ubicaría la ficticia casa que aparece en estas obras del género detectivesco.

La placa reza así: “En este sitio se encontraba la elegante Brownstone del corpulento detective privado en la ficción Nero Wolfe. Con su hábil asistente Archie Goodwin, el Sr. Wolfe cultivó tanto orquídeas como el buen comer, mientras resolvía más de setenta casos según lo escrito por Rex Stout entre 1934 a 1975 «.

Debido a que hoy en dia ya no quedan de estas casas de piedra rojiza o como vienen a llamarse, Brownstones, en esa parte de Nueva York, en su día, los productores se vieron obligados a utilizar el exterior de otra casa distinta, situada en el número 44 de de la calle 76 Oeste, en el upper West side de Manhattan, para el rodaje del ya clásico de televisión “A Nero Wolfe Mystery”

Empecemos por lo más básico: el material.

La deniminada piedra Brownstone es en realidad una piedra arenisca, específicamente una cuyo origen geológico se remonta al período Triásico-Jurásico. 

Cuando se corta en cantera por primera vez, esta piedra presenta en realidad un característico color rosáceo  para posteriormente adquirir paulatinamente su tono marrón clásico una vez que ha sido expuesta al aire. 

Como muchas construcciones tras el paso de los años, las fachadas y motivos ejecutados con esta característica piedra rojiza a menudo requerirá restaurarse después de años de exposición a la intemperie y pérdida de su atractivo color original, cuando no su propia integridad física al tratarse de una piedra relativamente blanda.

Además, lo creamos o no, la mayoría del material de las fachadas de las casas de piedra Brownstone de Nueva York provienen de un mismo lugar: la histórica cantera Portland Brownstone Quarry, ubicada en la localidad de Portland, sita en el vecino estado de Connecticut. 

Durante el apogeo de la piedra rojiza de Nueva York, desde la década de 1870 hasta la de 1890, este tipo piedra sería muy fácil y económica de extraer y se suministraba tanto desde esta cantera como de otras cercanas ubicadas en New Jersey.

Como aliciente adicional, la facilidad de transporte del material por vías acuáticas, principalmente desde Connecticut, la hacía fácilmente disponible para la industria de la construcción en Nueva York.

Desde su cantera, la piedra se cargaba en barcazas y se transportaba hasta la ciudad, donde se descargaba en grandes campas de almacenamiento que se hallaban tanto en la margen del río Hudson como en la del East River.

Sin embargo, aclaremos un concepto erróneo un tanto común: solo una pequeña parte de una casa denominada como Brownstone emplea esta piedra como material en su construcción.

Como material estructural, la piedra Brownstone no es viable: es blanda, y susceptible de agrietarse al someterse a cargas y eventualmente desmoronarse, por lo que los elementos estructurales portantes de estas edificaciones, generalmente de entre 3 y 5 plantas, son muros portantes de fábrica de ladrillo que sostienen sus forjados, generalmente compuestos por vigas de madera.

Lo que en muchos casos  la gente llama una «Brownstone» es en realidad una casa adosada en hilera construida también con muros portantes de ladrillo, pero con otros diversos acabados en fachada, tanto de fábrica de ladrillo, otras piedras u otro revestimiento y que siendo rigurosos, se denominan Townhouse.

El término Brownstone a menudo se usa incorrectamente para describir cualquier casa adosada entre medianeras y que atesore cierta edad desde su construcción, sin importar qué material se usó en ella. 

Solo aquellas con fachada formada por aplacado exclusivamente formado por esta característica piedra arenisca rojiza, puede ser calificada como Brownstone.

No es de extrañar que incluso los agentes inmobiliarios a veces se equivocan, bien por desinformación o intencionadamente cuando indebidamente las incluyen y describen como tal en sus listados de propiedades en venta.

Las Brownstone emanan un aura de permanencia en el tiempo y antigüedad a pesar de que son un producto de la revolución industrial y los cambios sociales y económicos que ésta trajo.

A mediados del siglo XIX, cuando se estaban construyendo algunas de estas primeras casas entre medianeras en las ciudades, los estadounidenses estaban bastante obsesionados con los ideales del clasicismo romántico, específicamente con la adoración de la naturaleza por parte de las corrientes artísticas del momento. 

Para entonces, esta Revolución Industrial en marcha ya había marcado el comienzo de una racionalización generalizada de la producción industrial. 

Esto trajo el que se construyeran muchos edificios nuevos y muy rápidamente. 

El clasicismo romántico sería una respuesta a este trepidante ritmo de la urbanización, un recordatorio de que la naturaleza no sólo era necesaria, sino también deseable.

La tipología de casa Brownstone fue el feliz matrimonio de estos dos mundos aparentemente opuestos. Las máquinas a vapor permitirían a los trabajadores cortar y dar forma a esta piedra rojiza de un modo más rápido y de forma más barata que nunca, haciéndola asequible, mientras que sus tonos orgánicos evocarán la belleza y el poder de la naturaleza.

El palazzo italiano del siglo XV, el símbolo del Renacimiento, fue la principal inspiración para las Brownstones del llamado estilo italiano. Los detalles del repertorio formal clásico y su elegancia se consideraron eminentemente adecuados para simbolizar la prosperidad y la posición social de los nuevos neoyorquinos representados en un espacio limitado de fachada.

Para estos propietarios de casas adosadas de clase media que querían probar el sabor del lujo, la piedra rojiza en la fachada de su vivienda era el camino a seguir. 

Por poco dinero, mucho menos de lo que podría costar revestir su fachada con piedra caliza, granito o mármol, un nuevo propietario podría hacer que se construyera una fachada de Brownstone de seis pulgadas de espesor, completada con una elegante escalinata ascendente o como aquí se denominan “stoop” además de cualquier hermoso motivo decorativo tallado en la piedra que su sensibilidad estética o gusto artístico deseara incluir.

Algunas de estas construcciones residenciales incluso incluían motivos de cantería representando en las fachadas de piedra los rostros de los propios dueños a modo de conmemoración personal.

Otros sin embargo optaban por tener el rostro de alguna celebridad representada en la fachada de residencia pero se no han encontrado muchos ejemplos en buen estado de estos ejemplos, debido a que a pesar de que esta piedra es muy fácilmente trabajable, no funciona bien cuando se le ha de dar formas muy precisas y sutiles como las de un rostro humano y los rasgos faciales se deslaminan pronto, o se desgastan por la acción de los agentes meteorológicos del exigente clima del Noreste americano.

La mayoría de artesanos que tallaron la piedra de las Brownstones de Nueva York eran inmigrantes alemanes que trabajaban en condiciones laborales deplorables en grandes talleres de cantería situados en algunos casos al aire libre.

En 1852, un artículo del New York Times relataba la «sorprendente perfección del trabajo» y a su vez describía la conmoción del periodista ante la «tos seca y la apariencia demacrada» de algunos de los trabajadores de cantería que el artículo retrataba.

El Times ofrecía a su vez en su artículo a los canteros este útil consejo: «cubrirse la boca o la cara con una gasa».

Entonces, si esta arenisca rojiza se hizo popular en parte porque era barata y fácil de trabajar, ¿cómo evolucionó este material hasta simbolizar en nuestros días la posición social de una clase acomodada y pudiente? 

Y es más. Lo que hoy ocupa nuestras conversaciones y comentarios cuando recorremos la ciudad y podemos admirar alguna de estas Brownstones: ¿De dónde vienen los precios desorbitados de estas casas en el mercado inmobiliario actual?

Como en muchos otros aspectos de la economía y los mercados, la respuesta la encontramos en un factor que generalmente despierta el interés de los agentes: la escasez del bien.

Las canteras de Portland se cerraron en primera instancia en la década de 1940 después de unas fuertes inundaciones para luego reabrirse a mediados de la década de 1990, proporcionando una buena reserva de piedra para trabajos de reparación y restauración. 

Pero las regulaciones ambientales ya vigentes entonces provocarían que estas canteras de Connecticut de nuevo se clausurasen y esta vez de forma ya definitiva.

Después de casi 300 años de explotación, la cantera Portland Brownstone Quarry cesó definitivamente en su actividad en el año 2012, y aunque hay otros lugares en el mundo donde se extrae piedra arenisca con similares tonos rojizos o rosados, los expertos afirman que no hay ninguna como la piedra que en su día venía desde Portland.

Eso inevitablemente contribuye a que las renovaciones y rehabilitaciones sean difíciles y costosas.

Stoop

No puedo pasar de puntillas y dejar sin mencionar una vez más una de las características visuales más distintivas de las Brownstones de Nueva York e integradas desde siempre en el imaginario de la cultura popular, como es su característica escalinata de acceso a la planta principal, el llamado “stoop” una palabra apropiada de «stoep», el término holandes  para «escalera». 

En los primeros días de New Amsterdam, los colonos holandeses construían estos escalones de acceso a la vivienda para elevar el piso de su planta noble por encima del nivel de potenciales inundaciones, pero algunos estudiosos incluso postulan que estas características escaleras de Nueva York se construyeron para elevar el piso de la sala noble por encima de un auténtico «mar de estiércol de caballo».

Son numerosos los que respaldan esta teoría sosteniendo que antes de 1895, cuando el Department of Sanitation comenzó efectivamente a limpiar las calles de la ciudad, tanto en los solares baldíos como en las propias calles, el estiércol de caballo junto con otros desechos de variado origen, se amontonaba hasta alturas insospechadas alineándose con las calles de la ciudad del mismo modo que hoy lo hacen los montones de nieve retirada de la vías públicas tras una fuerte tormenta invernal. 

En verano, el hedor era insoportable y finalmente, cuando las lluvias llegaban, un arroyo de sopa de estiércol de caballo inundaba las vías peatonales e incluso llegaba a filtrarse en los sótanos de las viviendas.

Tampoco falta una visión más refinada y sostiene que dado que principalmente Brooklyn, a diferencia de otras ciudades como Filadelfia o Chicago, carece de callejones laterales, el servicio y comerciantes tendrían que entrar por la parte delantera de la casa, lo que no sería una opción popular para los propietarios adinerados. 

En la década de 1870, cuando la clásica escalinata de las brownstones alcanzó su punto máximo de popularidad, dio  lugar debajo de la escalera principal para una entrada de servicio para sirvientes y repartidores».

Detractores

En cambio, no todas las referencias históricas o literarias que tenemos a esta ahora ilustre tipología arquitectónica fueron siempre de tono elogioso como podríamos llegar a entender en el caso de los fervientes seguidores de las andanzas del detective Nero Wolfe que daban forma al prólogo de nuestra historia.

Una referencia literaria en el sentido opuesto nos viene dada de la mano de la obra de la novelista Edith Wharton nacida en la segunda mitad del sigle XIX y que vivió en una residencia del tipo Brownstone junto con su familia en el número 14 Oeste de la calle 23, y que  describió Nueva York, una ciudad llena de Brownstones en sus memorias tituladas  “A Backward Glance”, como «una ciudad maldita con su revestimiento monótono y omnipresente de color chocolate, de la piedra más horrible jamás extraída de las entrañas de la tierra «.

Estas edificaciones que hoy atesoran más de 100 años de antigüedad en la mayoría de los casos son claras demandantes de los trabajos de conservación y rehabilitación.

Muchos son los firmes defensores de la restauración de la Brownstones de la manera correcta y desprecian el trabajo de calidad inferior o en busca de atajos.

Los profesionales más involucrados en su conservación denuncian sistemáticamente la técnica del estuco schmear, -término yiddish que evoca el acto de untar un bagel con queso en crema- y que implica revestir la fachada con una capa de estuco marrón o, lo que es peor, una simple capa de pintura, enfatizando que una fachada de brownstone correctamente restaurada realmente es costosa y lleva su tiempo, pero durará más que el enfoque económico a corto plazo de un contratista no cualificado o sin escrúpulos.

No es solo el material salido de las canteras de Brownstone lo que escasea hoy en día, sino que es el estilo y sus ejemplos construidos lo que es más complicado encontrar dentro de una ciudad tan extensa y cambiante como es hoy Nueva York.

Hay pocas zonas de Nueva York con auténticas casas Brownstone: el Upper West Side o West Village en Manhattan, Fort Greene, Park Slope, Carroll Gardens o Bed-Stuy, en Brooklyn, por nombrar algunas, son las áreas donde podremos encontrarlas en muy diversos estados de conservación, uso y mantenimiento.

Dado que la construcción de nuevas casas de esta piedra rojiza es casi imposible dada la escasez de su material característico, la demanda una vez más, ha superado la oferta y los precios para aquellas que se encuentran disponibles en el mercado hacen difícil el asociarlas con sus origenes de vivienda como respuesta a la demanda de las clases medias de la gran ciudad moderna que se estaba formando en el siglo XIX.

En cualquier caso, siempre nos quedará la alternativa de disfrutar de un paseo y pasar frente algunas de ellas para admirar su esplendor evocador de otra época, ya desvanecido en muchos casos, inspirador en muchos, y quizás alguno de sus moradores sea tan amable como para invitarnos a sentarnos por unos momentos en su característico stoop para charlar sobre cualquier asunto intrascendente y ver tranquilamente la vida de Nueva York pasar frente a nosotros durante unos instantes.

En este nuevo podcast repasamos los orígenes y características de las llamadas casas Brownstone que constituyen una característica imagen de algunos de los barrios más característicos de Nueva York.

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Podcast: Ragamuffin Day, el peculiar Thanksgiving Day de Nueva York

Thanksgiving Day o El Día de Acción de Gracias. Una festividad nacional que los Estados Unidos celebra cada año el último jueves del mes de noviembre.

En 1621, los colonos de Plymouth llegados a bordo del Mayflower y los nativos americanos de Wampanoag compartieron una fiesta celebrando la cosecha de otoño, y que hoy en día, si bien todavía existe controversia sobre si fue la primera, se reconoce hoy como una de las primeras celebraciones de Acción de Gracias en las colonias americanas.

Durante más de dos siglos, las colonias y los diferentes estados celebrarían días de acción de gracias. Pero no fue hasta 1863, en plena Guerra Civil, cuando el presidente Abraham Lincoln proclamó el Día de Acción de Gracias como festivo federal que se celebraría cada noviembre desde entonces.

Pero más allá de la tradición que hoy conocemos, donde las familias y amigos se reúnen en torno a la mesa para, en una copiosa cena, dar cuenta del tradicional pavo con su relleno y otros muchos platos característicos, e incluso el perdón presidencial de una de estas aves, existió en el pasado una tradición exclusiva con la que Nueva York celebraba esta festividad bastante  antes que se estableciera el desfile organizado por los grandes almacenes Macy´s que hoy conocemos.

Era el llamado Ragamuffin Day, donde niños y algunos ya no tanto, salían durante todo ese día  a las calles de la ciudad para ir pidiendo puerta a puerta a sus vecinos tanto dulces como dinero, siempre recitando al hacerlo la frase  “Anything for Thanksgiving?”

Esta tradición hoy en gran modo olvidada y ciertamente ignorada incluso por muchos neoyorquinos, precedería en el tiempo a la tradición ya hoy globalmente conocida de Halloween y su “Trick or Treating”.

El origen del Día de Ragamuffin se puede  rastrear en los registros hasta 1870, unos años después de que Lincoln, lo hubiera declarado Acción de Gracias como festividad nacional. 

Las crónicas informan  que en ese 1870 un grupo de hombres disfrazados salieron a las calles  a celebrar  el llamado Día de la Evacuación, un día antes del Día de Acción de Gracias, el 24 de noviembre. 

En el Día de la Evacuación se conmemoraba cada noviembre la efeméride de cuando las fuerzas británicas abandonaron en 1783 Nueva York después de la Guerra Revolucionaria y cuando George Washington, que anteriormente había sido obligado a la retirada de Manhattan  en la llamada la batalla de Long Island en 1776, cruzara de nuevo el Harlem River desde Westchester avanzando victorioso con sus tropas del ejército Continental hasta The Battery, en el extremo sur de Manhattan.

Este Evacuation Day, adoptado posteriormente por la comunidad de emigrantes irlandeses como una expresión de su sentimiento anti-britanico, fue un día festivo bastante importante celebrado en Nueva York hasta 1888, siendo posteriormente a lo largo de las décadas, ocasión para diversos actos conmemorativos de carácter histórico y patriótico, siendo hoy en dia testimoniales los actos relacionados con esta fecha.

En estos primeros registros, estos hombres disfrazados que desfilaban por las calles se hacían llamar “fantasticals” o  «los fantásticos». 

Pero, ¿cuál era la razón para los disfraces? La respuesta es algo complicada ya que los disfraces tampoco estaban directamente relacionados con el Día de Acción de Gracias o el mencionado Día de la Evacuación. 

Según otros cronistas, se piensa que esta costumbre estaba más relacionada con el Día de Guy Fawkes, día celebrado en Inglaterra cada 5 de noviembre, conmemorando el desbaratamiento del plan de los miembros del Gunpowder Plot, un grupo de católicos ingleses, de atentar contra la vida del rey James Primero mediante el intento en 1605 de volar por los aires la cámara de los lores. 

En Estados Unidos, el día de Guy Fawkes se importo desde el Inglaterra y se celebró con verdadero sentimiento anticatólico, llegando a quemarse una efigie del Papa. 

Aunque ambos días festivos tienen semanas de diferencia, se cree que la proximidad del Día de Guy Fawkes al Día de Acción de Gracias y el Día de la Evacuación es responsable de la extraña combinación de estas distintas festividades. Sin embargo, los American Fantasticals que desfilaban disfrazados no llegaban en caso alguno a pedir dinero.

¿Cómo surgió la costumbre de pedir? 

Se cree que los neoyorquinos de alguna manera entrelazaron aún más todas estas fiestas y conmemoraciones con otra vieja costumbre de Acción de Gracias proveniente de la zona de Nueva Inglaterra.

Un artículo del New York Times de 1893 explicaba cómo  [con eco]  “En un viejo libro que describe los personajes y las costumbres de Nueva Inglaterra se lee que en la víspera de Acción de Gracias era costumbre de las personas más pobres, sirvientes y dependientes ir a las casas de los ricos y acaudalados hacendados para pedir donaciones y limosna que les ayudase a celebrar esta significativa festividad. Y las personas más ricas sintieron que incumbe a su dignidad y hospitalidad no permitir que nadie se vaya de sus puertas con las manos vacías ”. [fin del eco]

Siguiendo el estricto significado de la palabra, en el  Día de Ragamuffin , los niños iban originalmente vestidos al estilo de los vagabundos de Nueva York de la época, con harapos e imitaciones de las vestimentas de los mendigos, desmesuradas y exageradas.

En las décadas de 1880 y 1890, más y más niños saldrían a las calles haciéndose pasar por personajes tan diversos como indios, peregrinos, el tío Sam, Mephisto y otros muchos. El Día de Ragamuffin era deplorado por algunos y alentado por otros.

De ese modo, en 1902, en el Día de Acción de Gracias, la ciudad estaba llena de niños disfrazados mendigando. 

El New York Times describía la escena como [eco]  “… desde la mañana hasta la noche, miles de niños deambulaban con trajes de ragamuffin, tocando cuernos, lanzando proyectiles inofensivos y jugando a mendigar. La práctica de vestirse como ragamuffins parece estar creciendo entre los niños de la ciudad cada Día de Acción de Gracias, y los padres de muchos parecen interesarse en estas exhibiciones, a juzgar por la gran variedad de disfraces fantásticos que usan los niños. [eco]

Se podía ver a niños e incluso a algunos hombres adultos con la cara pintada de rojo, verde, negro y amarillo. En muchas calles, los niños desfilaban tocando cuernos, sacudiendo cencerros y campanas o tocando platillos para agregar cacofonía a las festividades.

En años posteriores, los niños incorporarian nuevas temáticas en sus disfraces como las de marineros, bandidos e incluso personajes de Disney. 

Esta tradición llegó a extenderse a otros estados próximos, si bien nunca alcanzó la popularidad de que disfruto en la propia ciudad de Nueva York.

En 1925, el Madison Square Boys Club celebró el primero de lo que se convirtió en un desfile anual del Día de Acción de Gracias para protestar contra los niños que pedían limosna en ese día. Estos chicos llevaban pancartas que decían American Boys Don’t Beg.

En la década de 1930, la tradición de pedir dinero espontáneamente sería reemplazada por los desfiles de Ragamuffin organizados, un predecesor de los actuales desfiles del Día de Acción de Gracias. 

Posteriormente, y a medida que Halloween se hizo más popular después de la Gran Depresión, los eventos de Ragamuffin se volvieron menos populares, pero sin embargo, los niños continuaron estas tradiciones hasta la década de 1940. 

El fin del Ragamuffin Day vendría provocado por varios factores.Uno de ellos sería la caída del mercado de valores en octubre de 1929 que hizo que el dinero fuera escaso para todos y con ellos las ganas para celebraciones.

Por otra parte, durante la década de 1930, las escuelas de la ciudad de Nueva York, junto con la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Niños, desalentaron abiertamente a los niños que pidieran limosna en Acción de Gracias. 

El Boys Club ofreció como premio un pavo al niño con el mejor disfraz en una fiesta que realizarían, en lugar de pedir limosna en la calle o por los vecindarios.

Finalmente, el alcalde Fiorello LaGuardia impuso la prohibición de mendigar, no solo a los adultos sino también a los niños. Se le dio instrucciones a la policía para que hiciera cumplir la prohibición.

Ya en 1937, varias organizaciones comenzarían a organizar desfiles del Día de Acción de Gracias para disuadir definitivamente a los Ragamuffins, donde los desfiles de Acción de Gracias también presentarían a niños vestidos como mendigos y con disfraces de Halloween. 

En la década de 1940, en algunos de estos desfiles organizados participaron unos 500 niños.

Cada año, a pesar de algunos nostálgicos, la tradición murió un poco más hasta que al final de la década el Día del Ragamuffin prácticamente dejó de existir.

El último desfile de Ragamuffin del Día de Acción de Gracias registrado fue en 1956, claramente eclipsado por el Desfile del Día de Acción de Gracias de los grandes almacenes Macy’s. 

En un plano más anecdótico, un desfile de Ragamuffin el 15 de octubre de 1972 en el barrio de Bay Ridge, Brooklyn, atrajo a unos 6.000 niños y una multitud de alrededor de 35.000, personas convirtiéndolo en el desfile de Ragamuffin más grande registrado de los Estados Unidos hasta ese momento.

Los desfiles de Ragamuffin continuaron celebrándose en algunos boroughs exteriores de la ciudad después de perder su popularidad en Manhattan. 

Estos desfiles todavía se han llevado a cabo en algunos lugares del área metropolitana, incluso en el propio Bay Ridge, donde se lleva a cabo desde 1966, o ya fuera de la propia ciudad de Nueva York ,como Park Ridge o Hoboken (New Jersey).

Otras comunidades  donde se han venido celebrando este tipo de desfiles incluyen los municipios del condado de Westchester de Pleasantville y Briarcliff Manor (donde el desfile se ha venido celebrando a lo largo de unos 30 años).

Para conmemorar esta tradición, en cierto modo olvidada o eclipsada por el despliegue mediático y publicitario del desfile de  personajes flotantes de Macys que discurre cada año por Central Park West y la Quinta Avenida, en septiembre de 2016, una calle de Bay Ridge, Brooklyn, pasó a llamarse «Ragamuffin Way» en honor a esta tradición de 50 años de tradición en el vecindario, vestigio olvidado de una lejana Nueva York que ya no existe.

Se acerca la semana de Thanksgiving Day y con tal motivo miramos hacia el pasado de Nueva York y rescatamos una tradición hoy ya prácticamente olvidada en la que los niños tomaban las calles disfrazados en el día de Acción de Gracias para ir por los vecindarios pidiendo dulces y dinero a sus vecinos: el llamado Ragamuffin Day.

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Podcast: Brooklyn Navy Yard, el gran astillero de Nueva York

Mientras se navega cotidianamente por las aguas del East River, ese familiar estrecho marítimo que separa por el este la isla de Manhattan de Long Island con sus costas de  Brooklyn y Queens, algo que en los últimos años y merced a la movilidad por agua que nos ha proporcionado las líneas  del New York Ferry, no es difícil reparar en un área del borough de Brooklyn ubicada en el tramo situado entre los los puentes de Manhattan y Williamsburg, que nos sugiere los vestigios de  un gran antiguo complejo industrial, hoy ya prácticamente en desuso como tal, pero que todavía mantiene la morfología de lo que un dia fue una de las piezas fundamentales de la producción naval del estado de Nueva York y de los Estados Unidos.

Hablamos del Brooklyn Navy Yard, los antiguos astilleros situados en el East River, dentro de su denominada Wallabout Bay, ocupando uno de los entrantes con que cuenta en Brooklyn y que cubre una superficie cercana a las 100 hectáreas y que hoy en día es parte también del registro nacional de lugares históricos de los Estados Unidos.

Hablamos de uno de los astilleros para la construcción de barcos de guerra para la armada de Estados Unidos, la US Navy y algunas otras,  con gran relevancia histórica junto con otros como los situados  Norfolk en Virginia, San Francisco o el propio Pearl Harbor en Hawaii.

La historia de este astillero entronca directamente con la propia historia y fundación de los Estados Unidos, estando su establecimiento promovido directamente por uno de sus primeros presidentes.

A partir de ahi, de sus diques secos surgieron un importante numero de buques que a la postre se significarian a lo largo de la historia naval de su propio pais y del mundo en los dos últimos siglos.

Pero como en muchas otras historias sobre el nacimiento y primeros años de Nueva York y sus diversas partes, hemos de remontarnos a los primeros europeos que llegaron a estas tierras por aquel entonces ya habitadas por los pueblos nativos americanos de la zona.

En 1637 , y como parte de los esfuerzos colonizadores holandeses, el colono Jansen de Rapelje, un Wallon Belga, compra 335 acres (unas 136 ha) de tierra formados principalmente por ciénagas y marismas en Wallabout Bay a la tribu de los Lenape. 

En este lugar establecería su granja y sus cultivos, aceptándose que el nombre hoy otorgado a la zona de Wallabout Bay procede del gentilicio Wallon, merced a su primer pionero europeo.

En el periodo entre 1776 y 1783 la ocupación británica de la ciudad de Nueva York es determinante dentro del proceso de la Revolución Americana. 

Se estima que 11,500 colonos independentistas mueren en los barcos prisión británicos amarrados frente a Wallabout Bay. El barco más infame que relata la historia es el Jersey, donde los soldados y comerciantes americanos son encarcelados por desobedecer el embargo británico.

Finalizada la Guerra de Independencia, en 1801 el presidente John Adams, originario de Nueva Inglaterra, promueve un gobierno federal  fuerte y una marina de guerra capaz de proteger el comercio y defender a la joven nación (inicialmente frente a Gran Bretaña) en un mundo convulso.

Al final de su presidencia, Adams toma las medidas necesarias para rápidamente autorizar el establecimiento de los primeros cinco astilleros navales del país, incluido el Brooklyn Navy Yard.

En 1806 se completa la Commandant ‘s House, el cual es hasta nuestros días el edificio más antiguo del astillero y que todavía se conserva. Este edificio se convirtió a finales del siglo XX en una residencia privada, desde 1971 y un Monumento Histórico Nacional desde 1974.

En 1820, con la promulgación de leyes  castigaban con la muerte el comercio de esclavos, y hasta 1861, varias escuadras de la Marina de los Estados Unidos patrullaban para suprimir este comercio de seres humanos frente a las costas de África. 

Los barcos construidos en este astillero astillero, incluidos el USS Ohio, Savannah, Peacock, Dolphin, Vincennes, Fulton II, Decatur, San Jacinto y Niagara, desempeñan un papel clave en estas misiones.

Estos esfuerzos entran en clara contradicción con la esclavitud generalizada extendida en los estados del sur y base de su economia agraria, y que varias decadas mas tarde detonarian la guerra civil.

En 1833 El comodoro Matthew C. Perry, conocido entre otras cosas por su expedición a Japón con los llamados barcos negros, forzando la apertura de este pais oriental al comercio,  es actor clave en la fundación del Naval Lyceum (el precursor de la Academia Naval de EE. UU.) Su lema sería «promover la difusión de conocimientos útiles, fomentar un espíritu de armonía y unidad de intereses en el servicio y cimentar los vínculos que nos unen como hermanos profesionales «. 

La primera publicación naval profesional, la Revista Naval, se publica aquí en los Brooklyn Navy Yards en 1836. Los escritores  Washington Irving, autor de la Leyenda de Sleepy Hollow, y James Fenimore Cooper serán colaboradores habituales de esta revista naval.

En 1837 el barco de vapor con ruedas propulsoras laterales y 9 cañones Fulton II se bota como el primer buque de guerra de vapor estadounidense asignado al servicio marítimo.

En la década de entre 1841-1851, el gobierno construye su tercer dique seco de granito utilizando para ello un martinete a vapor por primera vez en los Estados Unidos.

En el año 1852, y profundamente comprometido con la mejora de la atención médica, el joven cirujano naval E.R. Squibb busca ser asignado al Hospital Naval donde perfeccionará la fabricación de éter anestésico. Más tarde,  en 1857, funda su propia empresa farmacéutica fuera del astillero, que posteriormente proporcionaria la mayoría de los suministros médicos para el Ejército de la Unión durante la Guerra Civil.

En 1858 el USS Niagara construido en este Yard y el británico HMS Agamemnon se encuentran en el medio del océano Atlántico para tender el primer cable telegráfico submarino. El 5 de agosto de ese año, la reina Victoria transmite el primer mensaje telegráfico en código Morse a los EE. UU.

En el año 1862, el USS Monitor, el primer buque de guerra acorazado encargado por la Unión Navy, está siendo equipado en Brooklyn después de ser construido en el Continental Shipyard en Greenpoint. La «Batalla de Hampton Roads» entre el Monitor y el confederado CSS Virginia marca la primera batalla naval entre dos buques de guerra blindados.

En 1872, el Prototipo del submarino Halstead’s Folly, o Ballena Inteligente, ya retirado del servicio se expone aquí en el yard. Este primitivo submarino fue la respuesta del ejército del norte al CSS Hunly y Pioneer de los ejércitos del sur durante la guerra civil.

Entrando ya en 1889 la botadura en estos astilleros del buque USS Maine inicia la «era del acorazado» para la armada de Estados Unidos. 

Cuando, nueve años después se produce el polémico y hasta hoy controvertido incidente de su voladura en el puerto de La Habana, calificado por muchos historiadores como un ataque de falsa bandera, se activa la espoleta la guerra hispanoamericana con el incendiario grito de guerra «¡Recuerden el Maine!» acunado por los magnates de la prensa William Randolph Hearst y Joseph Pullitzer.

En un plano ya menos bélico y entroncando con el siglo de las comunicaciones a distancia que empezaba, en 1907, la cantante de ópera Eugenia Farrar canta la primera canción transmitida por radio inalámbrica. La canción llamada «I Love You Truly» se transmite para probar los radioteléfonos de arco del Dr. Lee DeForest  bordo del USS Dolphin, atracado en el Yard.

Entre 1907 y 1909 el USS Connecticut construido en Yard sirve como buque insignia de la Gran Flota Blanca del presidente Theodore Roosevelt, 26 embarcaciones que navegan por el mundo en una gira de 2 años que marca el comienzo de los EE. UU. Como aspirante a ser una potencia mundial.

En 1915 El USS Arizona, el barco más grande de la Armada, se bota durante la Primera Guerra Mundial pero no juega un papel determinante en la guerra.

Unas décadas más tarde, en la mañana del domingo 7 de diciembre de 1941, el denominado por el presidente F.D. Roosevelt como “Día de la infamia”, una bomba lanzada desde un avión japonés detona el cargador de municiones de proa provocando una masiva explosion a bordo y el barco se hunde en menos de 10 minutos, llevando a la muerte a 1.177 hombres. El barco construido en Nueva York, y desde entonces hundido todavía permanece bajo las aguas en Hawaii constituyendo el Memorial del USS Arizona en la bahía de Pearl Harbor.

Durante los 6 años de la Segunda Guerra Mundial el astillero duplica su tamaño cuando el gobierno expropia y anexa los terrenos adyacentes que formaban hasta entonces el segundo mercado de productos agrícolas más grande del país, para así poder construir más diques secos para la construccion y reparacion de barcos de guerra y además contar con la que era por aquel entonces la grúa más grande del mundo. 

La población de los barrios limítrofes en Brooklyn se dispara a medida que la administración del astillero aumenta la fuerza laboral a más de 70,000 empleados. Las mujeres son contratadas por primera vez en el astillero para trabajar como personal mecánico y técnico. 

Antes de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres trabajaban en Brooklyn Navy Yard en calidad de oficinistas. En 1944, con la mayoría de los hombres en edad militar sirviendo en los frentes, se abrieron puestos para soldadores, remachadores, instaladores de tuberías y delineantes, y las mujeres encontraron trabajo en puestos relacionados con esos oficios por primera vez. 

Para muchas mujeres, recién salidas de la escuela y deseosas de ayudar en el esfuerzo de guerra, esta seria a la postre la única vez que trabajarian fuera de casa.

La Segunda Guerra Mundial terminaría también con un barco construido en los Brooklyn Navy Yards como protagonista y escenario. 

Sería el 2 de septiembre de 1945, cuando Japón firma la rendición incondicional a bordo del del USS Missouri, también conocido como «Mighty Missouri» fondeado en la bahía de Tokyo.

Pero no todo serían grandes efemérides en la historia del yard.

En 1960 cuando una plataforma montacargas accidentalmente perfora un tanque de combustible del portaaviones USS Constellation  durante su construcción, el combustible se derramara sobre los soldadores que trabajaban bajo cubierta, provocando un voraz incendio que se cobra 50 vidas y deja 323 heridos. 

La reparación costará a la armada 75 millones de dólares y retrasa la puesta en servicio del barco por siete meses, empañando seriamente la reputación del astillero, algo que a la postre acabaría sellando el destino de esta instalación.

El secretario de Defensa Robert McNamara, en 1966 decreta el cierre definitivo, junto con otras 90 bases e instalaciones militares. 

En el momento de su cierre, el Brooklyn NAvy Yard empleaba a más de 9,000 trabajadores siendo la planta industrial continuamente activa más antigua del estado de Nueva York.

En el periodo de entre 1969 y 1981 la ciudad de Nueva York toma el control y reabre el Yard como un parque industrial administrado por la organización sin fines de lucro para el Comercio, Trabajo e Industria del Condado de Kings (CLICK). 

El inquilino más grande, que era el astillero Seatrain Shipbuilding, despide finalmente a 3.250 trabajadores en 1975. 

En un intento desesperado de salvación,  Los representantes de la Cámara de Representantes de Brooklyn, Shirley Chisholm y Fred Richmond, obtienen préstamos del Congreso por un total de $ 40 millones para retener puestos de trabajo vitales, pero Seatrain cierra definitivamente en 1979. El por aquel entonces alcalde Koch reemplaza la organización CLICK en 1981 por la Corporación de Desarrollo de Brooklyn del Navy Yard.

Tras los cierres de dos importantes inquilinos marítimos y la catastrófica pérdida de puestos de trabajo resultante, la administración del parque industrial comienza a diversificar su base de inquilinos. Los grandes espacios existentes serán subdivididos para acomodar pequeñas empresas industriales y tecnológicas que buscará reflejar la diversidad, la energía y la creatividad de la comunidad de Brooklyn y Nueva York.

En 1998, esta diversificación conduce a una ocupación del 98%, con más de 200 pequeñas y medianas empresas que emplean a más de 3000 personas. 

Se amplía el Centro de Empleo, se establece un Programa de formación Juvenil de Verano y se lanza un servicio de transporte al metro para brindar un mejor acceso y fomentar el uso del transporte público.

En el periodo entre 2001 y 2011 la ciudad de Nueva York toma nota del éxito de la iniciativa y financia importantes mejoras a la infraestructura básica del Yard, algunas de las cuales databan de la era de la Guerra Civil. 

El número de empresas asentadas aumenta a 275 con casi 6.000 empleados. 

Los gestores emprenden iniciativas de sostenibilidad para apoyar a un grupo de fabricantes ecológicos en rápido crecimiento. La mayor expansión de Yard desde la Segunda Guerra Mundial está en marcha.

2004 marcará un importante hito en la historia reciente

Steiner Studios abre en el Yard. La instalación de 29,000 metros cuadrados es el complejo de estudios audiovisuales más grande y sofisticado fuera de Hollywood, que cuenta con cinco estudios de sonido e instalaciones de producción de cine y televisión de última generación. 

En 2010, Steiner Studios duplica su tamaño, y construye cinco nuevos estudios de sonido y reutiliza el antiguo Laboratorio de Ciencias Aplicadas de la Marina. 

Una asociación con Brooklyn College funda la primera escuela de cine abierta del país en un estudio en activo. 

En 2018 se abre el emblemático y nuevo Edificio 92, que cuenta con  un centro de exposiciones, de visitantes y de formación para el empleo, para dar apoyo  a los inquilinos empresariales del Yard, brindar mejores servicios de colocación laboral para la comunidad y celebrar la rica historia de este enclave de Brooklyn. 

La construcción también se completa con un Centro de Fabricación Ecológica de 23,000 metros cuadrados, el Invernadero Duggal de más de 3000 metros cuadrados y la granja en azotea más grande del país, la llamada Brooklyn Grange.

Toda esta historia de esta instalacion industrial que durante mas de 150 años significo el lugar de nacimiento y partida de las mas determinantes flotas de guerra del ultimo siglo,pero tambien como lugar de paso, hogar y lugar de trabajo de innumerables mujeres y hombres veteranos que sirvieron desde ahi al pais.

Para poner en valor esas memorias la Corporación de Desarrollo del Brooklyn Navy Yard inicio el  Brooklyn NAvy Yard Oral History Project, pare del Home Front Project, una iniciativa para preservar y compartir entrevistas sonoras con mujeres y hombres civiles que experimentaron desde las lineas de montaje de fabricas y astilleros los avatares de las II Guerra Mundial

El Brooklyn Navy Yard ahora alberga a más de 450 empresas que emplean a más de 11,000 personas y generan más de 2500 millones de $ por año en impacto económico para la ciudad. 

Sobre la base de la historia prolongada del historico Navy Yard como corazón económico de Brooklyn, el nuevo parque empresarial, hoy en dia activo frente a las transitadas aguas del East River ofrece en muchos casos un camino crítico hacia el desarrollo laboral, económico y personal para muchos neoyorquinos.

En este nuevo podcast visitaremos la historia del Brooklyn Navy Yard, el astillero que en Wallabout Bay, durante mas de 150 años vió la creación de algunos de las buques de guerra más importantes en la historia de los Estados Unidos.

Brooklyn Navy Yard Oral History Project
https://nationalhomefrontproject.org/brooklyn-navy-yard-oral-history-project/

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Podcast: The New York Public Library. Algo más que un grandioso edificio

En la segunda mitad del siglo 19, Nueva York ya había superado en población a París y se aproximaba de manera inexorable a rebasar a la de Londres.

Algunos de sus más ilustres ciudadanos se dieron cuenta de que una ciudad así no podía estar carente de una institución tan importante para la cultura como era una gran biblioteca.

Uno de estos prohombres era el gobernador Samuel J. Tilden que dejó en herencia la mayor parte de su fortuna personal, unos 2.4 millones de $ para, según sus palabras “establecer y mantener una biblioteca gratuita y una sala de lectura en la ciudad de Nueva York¨. 

Su intención era compararse con instituciones como la Biblioteca Nacional de Francia o la Británica del Reino Unido, además de colmar la aspiración de todo neoyorquino de superar a la biblioteca pública de Boston, la ciudad rival en ese y muchos otros ámbitos.

En este punto de la historia, el calendario marcaba alrededor del año 1859 y no se podía decir que la ciudad no contase ya con biblioteca alguna. 

John Jacob Astor, un inmigrante alemán que a su muerte en 1848 era el hombre más rico de EEUU dejó escrito en su testamento que asignaba 400,000 dólares de su fortuna para la creación de una biblioteca en la ciudad. 

Esta biblioteca, la biblioteca Astor, abriría sus puertas en 1849, en el edificio llamado hoy Joseph Papp Public Theater que hoy podemos encontrar en el 425 de Lafayette Street.

A pesar de que en esta biblioteca no se daban libros en préstamo, sí que constituyó un recurso muy valioso para la investigación.

Por otra parte, y coincidiendo en el tiempo tenemos la biblioteca fundada por James Lenox, en el número 1001 de la 5a, avenida, un edificio posteriormente demolido en 1912, la cual estaba compuesta principalmente por su colección personal de libros poco frecuentes o exclusivos, la cual incluía, entre otros, la primera Biblia impresa por Gutenberg que llegaría al Nuevo  Mundo.

Esta biblioteca también estaba principalmente orientada a estudiosos y académicos y aunque el uso de los libros era libre para estos, sí que se cobraba una entrada para la admisión a la biblioteca.

Estas dos instituciones, que claramente eran insuficientes para suplir la demanda de libros de la ciudad, a finales del siglo 19 estaban experimentando serias dificultades económicas. 

Las pocas donaciones aparte de las inicialmente hechas por sus fundadores y los gastos de mantenimiento y expansión de las colecciones hacía que sus gestores empezaran a cuestionar la viabilidad de estas dos empresas filantrópicas.

Tuvo que ser un miembro de la fundación establecida por el ex-gobernador Tilden, el abogado John Bigelow, el que viniese a idear un atrevido plan destinado a fusionar estas dos bibliotecas que estaban experimentando serias dificultades, y con ayuda de los fondos asignados años antes por Tilden para crear una nueva institución, que a la postre sería denominada como The New York Public Library.

El nacimiento de esta institución se establecería finalmente el 23 de mayo de 1895, hace ahora 125 años,con la firma del acuerdo por parte de las tres partes y fue aclamado como un ejemplo sin precedentes de filantropía privada en beneficio del interés público.

En estos primeros años de la institución, el funcionamiento sería similar al de las dos bibliotecas originarias, con libros únicamente disponibles en las salas de lectura.

Por otra parte, ya en 1879, un grupo de mujeres costureras pertenecientes a la Grace Church, habían creado la llamada New York Free Circulating Library, una biblioteca situada en Bond Street, y dedicada al préstamo de libros y que atraía gentes de todos los puntos de Manhattan, llegando incluso a producir frecuentemente aglomeraciones en la calle de lectores esperando poder acceder  al préstamo de los libros.

La Free Circulating Library cosecharía en esos años un éxito rotundo entre la población  llegando a abrir hasta 11 sucursales e incluso una biblioteca móvil itinerante.

Parecía que esta popular institución era la pieza que faltaba a la NYPL para convertirse en la institución cultural que cubriese la demanda de conocimiento de todos los ciudadanos de Nueva York.

Y así, tras varias conversaciones, en febrero de 1901, la New York Free Circulating Library se incorpora a la New York Public Library como departamento de préstamo de libros.

A esta nueva fusión, y solo un mes más tarde, el magnate del acero, Andrew Carnegie  anuncia que donará 5.2 millones de dólares para la construcción y financiación de 67 bibliotecas que posteriormente pasarían a ser mantenidas mediante los fondos públicos por la ciudad.

Finalmente, serian solo 39 las bibliotecas construidas por Carnegie las que se incorporarían a la NYPL pero esta fórmula de colaboración público-privada pervive hasta hoy en día, en que las colecciones de préstamo son mantenidas y financiadas por la ciudad, mientras que las 4 grandes bibliotecas de investigación cuentan con financiación privada pero están abiertas al público.

Por aquel entonces. y con un plan de futuro y financiación asegurada, la nueva institución pondría  sus ojos en el ambicioso objetivo de construir un gran biblioteca central que diera una cara visible, reconocible y grandilocuente  a la NYPL: El objetivo sería construir la llamada Main branch

El lugar elegido sería el viejo Croton Reservoir. Una ciclópea construcción de inspiración egipcia, con masivos muros de más de 7 metros de espesor y que almacenaba las aguas traídas a la ciudad por el Acueducto del río Croton que se encontraba 40 millas al norte en el condado de Westchester. 

Este gran reservorio ocupaba el lugar que hoy ocupa la Biblioteca Central y parte del actual Bryant Park. 

Este gran depósito de agua potable, hasta esos momentos se había convertido en uno de lugares favoritos de la ciudad para pasear sobre la senda que existía sobre sus gruesos muros a modo de muralla, algo que el propio Edgar Allan Poe recomendaba como visita obligada a todo aquel que viniese a Nueva York, por las maravillosas vistas hasta los 4 confines de esta que ofrecía desde este lugar elevado.

Como vestigio histórico de esta desaparecida construcción,todavía podemos encontrar en la cimentación del actual edificio de la biblioteca que conocemos hoy, rastros materiales en sus cimentaciones y niveles inferiores de ese viejo depósito de agua que dio servicio a la ciudad entre 1842 y 1890.

El primer director de la biblioteca, creó un diseño director inicial que se convirtió en la base del nuevo edificio que debería contener una gran sala de lectura en su espacio principal además de otras salas secundarias y múltiples pisos para el almacenaje de libros, combinado con un ágil sistema para poner los libros en manos de los usuarios de la biblioteca de la forma más rápida posible

Para la concepción de esta nueva gran biblioteca central, a la que hoy frecuentemente nos referimos como Main Branch, se organizó un concurso al que se presentaron los arquitectos más prestigiosos de la ciudad siendo desvelados los vencedores de este en 1897, siendo los seleccionados la oficina de Carrere & Hastings, una firma poco conocida hasta aquel entonces.

Tras unos iniciales titubeos para iniciar las obras por problemas financieros de la ciudad, en junio de 1899 de inicio la demolición de los muros del existente Croton Reservoir y en noviembre de 1902 se puso la ceremonial primera piedra de la nueva biblioteca.

El basamento del edificio no se completó hasta 1903, y el primer piso en 1904. 

La grandiosa columnata de entrada se colocó en 1905 dando paso a los trabajos en cubierta.

Para completar los interiores, los trabajos se alargarian aún varios años más, en una obra caracterizada por un ritmo especialmente  lento.

De esta manera, no se llegó a completar la mayor parte de los trabajos hasta finales de 1910

Uno de los recursos que Carrère & Hastings aprovecharon fue la terraza sobre la cual levantaron su edificio desde el nivel de la calle. 

La terraza no solo eleva la biblioteca, exaltando simbólicamente al público que la usaría, sino que también ayuda a orquestar una secuencia de movimientos cuidadosamente calibrada dentro y a través del edificio, comenzando con el enfoque desde la calle. A medida que el visitante sube por las amplias y acogedoras escaleras de la terraza de la Quinta Avenida, la fachada principal de la biblioteca se expande horizontalmente y domina completamente el campo de visión. Carrère & Hastings diseñaron esta larga fachada de acuerdo con el tipo de palacio francés de cinco partes (entrada central o frontispicio, alas empotradas y pabellones finales). 

El pórtico central (un pórtico sostenido por columnas) compuesto por tres grandes aberturas arqueadas con un alto ático esculpido (pared) arriba recuerda un antiguo arco triunfal romano, una referencia simbólica que sugiere una bienvenida ceremonial a la biblioteca.

Flanqueando la entrada del conjunto encontramos a los dos majestuosos leones de mármol rosa de Tennessee, obra del escultor Edward Clark Potter, inicialmente apodados Leo Astor y Leo Lennox, en honor a los dos fundadores de la New York Public Library, y que han visto pasar frente a su grave mirada los más importantes acontecimientos vividos y celebrados por la ciudad. Estos leones pasaron el pasado año 2019 por un proceso de limpieza y restauración para estar a la altura del aniversario que ahora conmemoramos.

En el interior, tras remontar la escalinata principal y acceder al interior a través de la columnata exterior al imponente Astor Hall, el lector o visitante sería invitado a acceder a los niveles superiores mediante dos majestuosas escaleras, que tras el paso por la segunda planta, con salas de tipo eminentemente funcional, nos llevan al tercer nivel donde encontramos las salas principales de la biblioteca.

Quizás la más icónica y que reciba la mayor parte de la atención por parte del visitante es la grandiosa Rose Main Reading Room, la joya de la corona de la NYPL, con una dimensiones interiores de 297 por 78 pies y con sus techos artesonados a 52 pies de altura y con una capacidad para acoger en su espacio a 600 lectores y con acceso directo en ella a más de 20000 volúmenes.

Bajo esta gran sala encontraremos  siete niveles dedicados al almacenaje de los fondos bibliográficos de consulta, los llamados stacks, visibles a través de las ventanas enfrentadas al Bryant Park, que son traídos bajo demanda de los lectores a la gran sala de lectura mediante un sistema de transporte vertical para dichos libros. Un sistema que originalmente consistía en cápsulas que viajaban verticalmente por unos conductos neumáticos y que posteriormente se reemplazaria por un sistema mecánico dada la complejidad de mantenimiento del sistema.

Esta Main Branch, proyectada en el omnipresente estilo Beaux-Arts era en este momento la estructura de mármol más grande construida en los Estados Unidos, con 3.5 millones de piezas distribuidas en (unos 34,800 m2).  

El coste final  fue de $10 millones, excluyendo el costo de los libros y el propio terreno, lo que representa un aumento de cuatro veces sobre el costo inicial estimado de $2.5 millones.  

Durante gran parte del siglo XX, muchos arquitectos, críticos e incluso historiadores consideraron que la arquitectura Beaux-Arts tenía poca estima. Sin embargo, el edificio principal de la Biblioteca Pública de Nueva York siempre ha suscitado un grado de reverencia entre sus usuarios: académicos y otros investigadores, novelistas y dramaturgos, líderes culturales y ciudadanos comunes, quienes parecen encontrar cosas de valor especial y duradero en el edificio. Entre estas cosas especiales se encuentran, por supuesto, sus abundantes tesoros: los libros y documentos que constituyen a la postre su razón de ser. 

Pero también proporciona, a través de sus hermosos pasillos, rincones graciosos y acogedores, y un ambiente en sintonía con las actividades académicas, un refugio temporal de la dureza del mundo que las bibliotecas, grandes y pequeñas, siempre han proporcionado. 

El vestuario arquitectónico de Carrère & Hastings para la biblioteca ha puesto de acuerdo a todas estas personas, e incluso a los críticos más duros de la actualidad, en que es un signo apropiado y duradero de la importancia de la institución para la vida intelectual y cultural de una metrópolis mundial.

El 23 de mayo de 1911, la Main Branch de la Biblioteca Pública de Nueva York se abría ceremonialmente con la asistencia de más de 15,000 invitados.  

La ceremonia fue presidida por el presidente William Howard Taft y contó con la presencia del gobernador John Alden Dix y el por entonces alcalde William Jay Gaynor. 

 Al día siguiente, 24 de mayo, se invitó al público, y decenas de miles fueron a la «joya de la corona» de la Biblioteca.  

El primer libro solicitado fue Filosofía de las obras de Shakespeare, de Delia Bacon, aunque el libro no estaba realmente en la colección de esta biblioteca principal en ese momento;  

Esto más tarde se reveló ser un mero recurso publicitario.  El primer artículo entregado fue»Ideas éticas de nuestro tiempo»), un estudio de Friedrich Nietzsche y Leo Tolstoy.  El lector presentó su solicitud a las 9:08 de la mañana y recibió su libro siete minutos después.

Debido a que hubo tantos visitantes durante la primera semana de la apertura de la gran biblioteca  principal, los directores de la NYPL inicialmente no contaron el número de visitantes, pero estimaron que unos 250,000 visitantes y lectores fueron atendidos durante esta primera semana.

Hoy en día, las 92 ubicaciones de la Biblioteca incluyen cuatro centros de investigación, que se centran en las humanidades y las ciencias sociales, artes escénicas, la historia y la cultura afroamericana, así como los negocios y la industria, así como una red de bibliotecas de proximidad en todo el Bronx, Manhattan y Staten Island. 

En todo el sistema, la Biblioteca proporciona acceso gratuito y abierto a sus colecciones e información en formato físico y electrónico, así como sus servicios para personas de todas las edades, desde niños pequeños hasta adolescentes y adultos. 

Las colecciones de investigación y circulante conforman un total de más de 51 millones de artículos, entre ellos materiales para personas con discapacidad visual. 

Además, cada año, la Biblioteca presenta miles de exposiciones y promueve programas públicos, que incluyen clases de tecnología, alfabetización, investigación e inglés para hablantes de otros idiomas. 

La Biblioteca atiende a unos 18 millones de usuarios que pasan por sus puertas anualmente; Además, el sitio web de la Biblioteca recibe 32 millones de visitas anuales de más de 200 países.

Además de la NYPL, Nueva York cuenta con otros dos sistemas independientes de bibliotecas. Tanto Brooklyn como Queens, boroughs integrados en Nueva York desde la llamada Consolitation de 1898, cuentan hoy en día con sus propios sistemas de bibliotecas.

La razón inicial, es precisamente esta, que estos dos sistemas de bibliotecas fueron fundados antes de 1898, cuando Brooklyn era una ciudad independiente de Nueva York y Queens una serie de poblaciones predominantemente agrícolas y ganaderas, puerta de entrada la gran área rural que era Long Island.

Al producirse la unión de los 5 boroughs que hoy conocemos, los antiguos representantes de estos dos grandes boroughs incorporados se opusieron a la unificación con el sistema de la NYPL por temor a que esta cerrase muchas de las bibliotecas que ya tenían, por considerarlas ineficaces o poco frecuentadas por estar en ubicaciones remotas de la ciudad, algo que podemos comprobar hoy en día en ubicaciones tan lejanas que por aquel entonces no se considerarian esenciales, como localizaciones remotas como los Rockaways o la zona maritima de Queens, donde la Queens Public Library cuenta hoy con múltiples bibliotecas de barrio.

Por otra parte, cuando en 1901, el magnate Andrew Carnegie donó los más de 5 millones de $ para la construcción de las nuevas bibliotecas, y Queens y Brooklyn se negaron a incorporarse, la ciudad les amenazó con cortar su financiación bajo la acusación de no actuar en favor del interés general.

Esto provocó una oleada de encendidos artículos y manifiestos por parte de los representantes de Brooklyn y Queens. Estos argumentaban que sus respectivas localidades ya habían hecho concesiones suficientes a Manhattan en el proceso de consolidación, y el cierre de sus bibliotecas no iba a ser otra de esas cesiones.

Huelga decir, que la voz de los opositores a la fusión  prevaleció y así se mantienen hasta nuestros días.

La idea de un único sistema de bibliotecas en toda la ciudad todavía surge de vez en cuando, generalmente por razones fiscales y presupuestarias.  En 2014, Eric Ulrich, un concejal de Queens, pidió una consolidación después de que un informe afirmara que las bibliotecas de la ciudad estaban al «borde de una crisis de mantenimiento».

 Las conversaciones con representantes de los tres sistemas confirmaron que hay poco apetito por una fusión.  Las colecciones y servicios de cada sistema se adaptan a las necesidades de las comunidades a las que sirven, un equilibrio que se ha perfeccionado durante décadas.

También hay que decir que estos tres sistemas de bibliotecas frecuentemente trabajan coordinadamente.  Para el proceso presupuestario del consejo de la ciudad cada año (dado que los tres reciben la mayoría de sus fondos de la ciudad), los representantes acuerdan una estrategia común para buscar su mejor financiación e incluso en ocasiones, como en octubre de 2017, los tres sistemas perdonan las multas acumuladas por retrasos de los socios menores de 18 años, ofreciendo a los jóvenes de la ciudad un borrón y cuenta nueva en sus expedientes como lectores.

Una potencial fusión de los 3 sistemas se vería también obstaculizada por algunas diferencias logísticas y de funcionamiento interno.  

Por ejemplo, Nueva York y Brooklyn usan un sistema de código de barras para rastrear materiales, lo que les permite compartir la clasificación de sus libros, mientras que la Queens Public Library emplea el sistema de etiquetas basadas en radiofrecuencia

Desde aquel ya lejano 23 de Mayo de 1895, la New York Public Library ha contribuido e inspirado la educación de millones de personas que han pasado en sus 125 años de existencia por alguna de sus salas e instalaciones.

Fundada por inmigrantes y magnates. Admirada por presidentes y líderes como William Howard Taft o el propio Vladimir Lenin, ha tenido en su plantilla desde atletas olímpicos, a espías soviéticos, ha servido mediante sus mapas a la búsqueda de tesoros y planificación de operaciones para los comandantes aliados en la Segunda Guerra Mundial. 

Pero además de eso, ha evolucionado junto a la ciudad a la que sirve, creando sucursales en puntos tan singulares como antiguas prisiones, cines o más recientemente una reconvertida fábrica de chocolate.

En la década de 1930, durante los años de la Gran Depresión, el tan renombrado alcalde de Nueva York, Fiorello LaGuardia rebautizó a los queridos leones que custodian la emblemática biblioteca en su acceso principal , como Patience and Fortitude, Paciencia y fortaleza, representando las dos cualidades que sentía que los neoyorquinos necesitarían por aquel entonces para superar esos momentos tan difíciles.  

Ese sentimiento ciertamente parece aplicable a los tiempos que vivimos ahora.  

Así como los leones de la NYPL continúan firmes, vigilantes y desafiantes en sus podios de la 5a avenida, también lo hará Nueva York.  

Creo firmemente que superaremos este momento juntos, con paciencia, fortaleza y un firme apoyo mutuo.

Traemos hoy al podcast una de las instituciones culturales más importantes y queridas de Nueva York: La NYPL o New York Public Library, que en Mayo de 2020 cumplió los 125 años desde su fundación.

Hacemos un repaso por su historia, el grandioso edificio de la Main Branch en la 5a Avenida y su papel de difusor cultural en la actualidad.

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Podcast: Las epidemias que modelaron Nueva York

En septiembre de 1668, Samuel Megapolensis, el pastor de la iglesia holandesa en la recién creada Nueva York, escribía a un amigo acerca de cómo el Señor nos había «visitado con la disentería, la cual incluso ahora está aumentando en virulencia».  Muchos han muerto por eso, y muchos están enfermos «.

Lo que Megapolensis estaba describiendo era probablemente el primer brote de fiebre amarilla de la ciudad y que la asolaría intermitentemente  durante más de un siglo.

 Más de 350 años después, el mundo y Nueva York se encuentran en medio de otra pandemia, y el número de casos aumenta cada día.  

Es instructivo e incluso puede llegar a ser sedante el recordar que hemos estado aquí antes: desde la fiebre amarilla y el cólera hasta la polio y la mal llamada gripe española.

La forma misma de la ciudad ha sido dictada por su respuesta a las epidemias.  Revisitar estos brotes en el pasado ​​no solo proporciona una idea de la capacidad de recuperación de la ciudad, sino que también apunta a formas en que la pandemia puede remodelar Nueva York una vez más.

 La fiebre amarilla fue tan devastadora en los principios de Nueva York porque, como el nuevo coronavirus, nadie tenía inmunidad natural.  Esto estaba en marcado contraste con la viruela, la enfermedad más prominente en los siglos XVI y XVII;  

Si bien esa enfermedad devastó las comunidades de nativos americanos como la población de la Confederación de los Iroquois y los grupos a ellos alineados cuya población se redujo hasta en un 87 por ciento, muchos colonos habían adquirido inmunidad a la enfermedad mientras aún vivían en Europa, donde los brotes de viruela eran casi rutinarios por aquel entonces.

 Las estadísticas precisas sobre los primeros brotes de fiebre amarilla son difíciles de encontrar, pero revisando las crónicas, en 1702, Lord Cornbury, el gobernador colonial de Nueva York, escribió que «en diez semanas, la enfermedad ha barrido a más de quinientas personas de todas las edades y sexos».  

Para poner eso en perspectiva, la población de la ciudad de Nueva York en ese momento rondaba únicamente los 5,000;  El 10 por ciento de los vecinos de la ciudad murió en menos de tres meses.

Si bien el vector más común para la fiebre amarilla fueron las picaduras de mosquitos, en los siglos XVII y XVIII la enfermedad se atribuyó a todo, desde los malos vapores (la llamada teoría de la enfermedad «miasma») hasta el saneamiento deficiente y el aumento de la inmigración, tanto así que  llegó a ser conocida como «la enfermedad de los extraños».  

Para combatir el miasma, en la década de 1730, Nueva York comenzó a regular el estabulado del ganado dentro de los límites de la ciudad, y finalmente  los mataderos y los corrales se trasladaron al área cerca del llamado Collect Pond, un estanque que cubría el área donde ahora se encuentran los tribunales de Foley Square y el edificio municipal, en el lower Manhattan.

Esta reordenación no logró hacer mucho para detener los embates de la enfermedad.  Impulsada por un nuevo brote en 1793, la ciudad de Nueva York creó su primer Departamento de Sanidad, que promulgó una serie de leyes de cuarentena cada vez más estrictas, también creó una Comisión de Sanidad, constituida tres responsables para administrar y autorizó al Consejo local a aprobar ordenanzas sanitarias y nombrar un inspector sanitario.

 Si bien la comisión de sanidad no tenía mucho poder más allá de reaccionar ante los brotes de las enfermedades, en otros lugares de la ciudad, los médicos y los reformadores estaban considerando cómo abordar los problemas de salud pública.  

Entre las soluciones estudiadas estaba una ubicación permanente para el paso de las cuarentenas, que finalmente sería una granja fuera de los entonces límites de la ciudad llamada «Belle Vue», y que fue comprada en 1798 por el hospital del centro de la ciudad con dicho nombre y pronto, como el propio Hospital Bellevue, se convirtió en un lugar clave para aislar a las víctimas.

En 1799, respondiendo a las llamadas para limpiar las innumerables fosas sépticas de la ciudad, Aaron Burr, más conocido por su brazo financiero, el Banco de Manhattan, precursor del actual JP Morgan Chase, fue el precursor en instalar una primitiva tubería de madera en el bajo Manhattan y así por primera vez, algunos privilegiados neoyorquinos pudieron disfrutar en sus viviendas de lo que por aquel entonces podía considerarse como agua potable.

Pero la fuente de agua potable de de Burr, ubicada cerca del estanque de recolección de aguas fecales, el Collect Pond, era en sí totalmente insalubre.  En 1803, el Consejo de la Ciudad votó por desecar y rellenar de tierras este estanque, que había acabado irremediablemente contaminado completamente por los desechos urbanos y de los numerosos mataderos cercanos.  

Para ello, la ciudad cavó un canal de desagüe que discurriría en dirección oeste hacia el río Hudson y para ello pagó migajas a los neoyorquinos que por aquel entonces se ofrecieron a ello por hallarse sin trabajo para ayudar en la tarea.  

Este canal, una vez drenado el estanque , se rellenó durante la década de 1820 y ahora es lo que todos conocemos como Canal Street;  Los terrenos recuperados donde se encontraba este estanque dieron origen al vecindario de Five Points, que pronto se convertiría en la ubicación de algunas de las viviendas ocupadas por inmigrantes más superpobladas de la ciudad, los llamados Tenements.

A su vez, y mientras se acometía esta empresa de drenaje , una comisión formada a tal efecto, estaba ya trazando la cuadrícula de calles y avenidas rectilíneas de Manhattan desde Houston St. Hasta la actual calle 155, marcando una vía para que los por aquel entonces neoyorquinos más ricos escapasen de los primitivos e insalubres confines del bajo Manhattan.  

Una crítica a este nuevo Commissioners plan para Manhattan fue su falta de espacios abiertos, pero los comisionados señalaron que, a diferencia de París o Londres, donde una gran cantidad de lugares amplios como los parques podrían ser necesarios, en Nueva York con sus grandes brazos de mar que la envuelven por el este y el oeste, esto no era particularmente necesario en lo que respecta a la salud y el placer de sus habitantes.

Esencialmente, después de haber presentado el plan, pensaron que el plan proveía de espacio libre más que suficiente para una población mayor de la que por entonces habitaba en cualquier lugar de Estados Unidos. 

Los comisionados sostenían que la mayor parte de Manhattan, con o sin cuadrícula trazada, en cualquier caso era espacio libre y abierto para el necesario esparcimiento de los vecinos.

Solo tendrían que pasar un par de generaciones para constatar que ese espacio libre inicialmente previsto había desaparecido por completo.

En la década de 1830, unos años en la que la población de la ciudad creció de 200,000 a más de 310,000 habitantes, Nueva York se vio afectada por nuevos desastres.  Así es, que en junio de 1832, un brote de cólera mató a 5.000 personas en solo dos meses, y particularmente en el creciente barrio de Five Points.  Como nadie sabía aún que la enfermedad se propaga principalmente a través del agua contaminada, la ciudad continuó ignorando sus galopantes problemas de escasez de agua realmente potable.

Esta percepción cambió cuando, en diciembre de 1835, estalló un incendio en Hannover Square , destruyendo casi todo lo que quedaba de la primitiva ciudad colonial holandesa y británica.  

Aunque Nueva York ya tenía códigos de protección de incendios relativamente estrictos, este incendio, que, a diferencia del brote de cólera, golpeó los edificios de los más ricos, destacó la continua dependencia de la ciudad del agua de los pozos.

Si bien la compañía de suministro de agua Burr ‘s Manhattan Company todavía existía, nunca había llegado a tender  suficiente  cantidad de tuberías de suministro para llegar a ser realmente viable financieramente .  

Las casas que se estaban construyendo en áreas emergentes más al norte como Greenwich Village todavía tenían letrinas y cisternas de agua, a veces construidas una adyacentes a las otras, lo que hacía muy poco para frenar la propagación de las enfermedades en el agua de consumo humano.

En respuesta al incendio, la ciudad impulsó la construcción del Acueducto Croton, una obra faraónica que se inauguró en octubre de 1842 y que a día de hoy sigue surtiendo a Nueva York de agua potable.

Este  sistema de transporte hidráulico  fue construido siguiendo los principios romanos antiguos, con agua que descendía por gravedad desde la presa del río Croton, a 40 millas al norte de la ciudad en el condado de Westchester.  «

Nueva York a partir de ese momento no solo tendría la capacidad de combatir incendios de manera más efectiva gracias a un constante suministro de agua, sino que las nuevas construcciones que se llevarán a cabo en la ciudad también podrían incluir tuberías interiores de suministro de agua potable.

Al igual que Greenwich Village había proporcionado un escape para algunos neoyorquinos de clase media que buscaban salir del bajo Manhattan, la promesa de agua corriente en las viviendas empujó a otros futuros propietarios hacia el norte a vecindarios recientemente acuñados como Gramercy Park y Chelsea, lo cual brindó a los residentes con mayores posibilidades, la oportunidad de vivir en hogares más limpios y salubres.

Pero para la creciente clase trabajadora de la ciudad, en su mayoría inmigrantes de Alemania e Irlanda, las condiciones empeoraron.  La construcción del primer Tenement de la ciudad (probablemente en el número 65 Mott Street) a mediados de la década de 1820 provocó una nueva ola de densidad en Five Points.  

Para cuando estallaron los disturbios debido al reclutamiento de soldados de la Guerra Civil en julio de 1863, la ciudad albergaba ya a más de 800,000 personas, casi una cuarta parte de las cuales eran irlandesas, y la mayoría de ellas vivían en este barrio de Five Points.

Una vez concluida la Guerra Civil, los reformadores encabezaron el movimiento para mejorar la salud y el bienestar de estos inmigrantes que seguían llegando en oleadas al país y a la ciudad.

La primera de ellas fue la introducción de la «Ley para la Regulación de Viviendas en las ciudades de Nueva York y Brooklyn», una precursora de los actuales Building Codes, que regulaba las salidas de incendios, los primitivos medios de extinción y la evacuación de los edificios.

En 1879, esta primitiva ley se revisó para introducir la obligatoriedad de inodoros en los edificios y proporcionar una ventana al exterior en cada habitación de las viviendas.  Esto creó lo que se conoció como una tipología de vivienda de edificio en H con patios interiores entre los distintos edificios para la ventilación de los espacios interiores, lo cual tampoco evitaba que estos mismos patios eran a menudo demasiado estrechos para proporcionar realmente un flujo de aire adecuado y que en cambio, se llenaban de olores nocivos e incluso acababan convertidos en receptáculos para la basura.

Finalmente, el proporcionar la conexión de los edificios al nuevo alcantarillado de la ciudad fue un gran paso adelante en la batalla contra las enfermedades.  

Pero colocar tuberías de alcantarillado y obligar a abrir ventanas de viviendas era solo una parte de la gran cruzada en pos de salud pública.  

A partir de la década de 1850, el movimiento para crear Central Park y otros parques de la ciudad no solo consistió en corregir los errores de la cuadrícula del plan inicial de la cuadrícula de los Comisionados, sino en mejorar la salud, tanto física como moral, de los neoyorquinos.  

De hecho, para muchos en el siglo XIX, la mala salud a menudo estaba vinculada a la moral laxa, y no es de extrañar que el co-diseñador de Central Park, Frederick Law Olmsted, considerara que el parque tenía una «influencia armonizadora y refinada sobre las más desafortunadas y sin ley clases sociales de la ciudad.

Si bien, al menos la mayoría de las personas, ya no vinculan la mala salud con la depravación moral, que, en el siglo XIX, también tenía una implicación de oposición a la inmigración, no hay duda de que los patrocinadores del parque tenían razón en una cosa: pasar tiempo en espacios verdes es bueno para la salud.

A principios del siglo XX se producirían  dos epidemias más que pusieron de nuevo a prueba la preparación y capacidad de reacción de Nueva York.

 El 8 de junio de 1916, se informó de cuatro casos de poliomielitis, más conocida como polio o parálisis infantil, en la comunidad italiana del Gowanus, en Brooklyn.  La polio, una enfermedad viral, había comenzado a aparecer más regularmente en los Estados Unidos a fines del siglo XIX, pero rara vez se generalizó.  El primer brote importante en Nueva York había sido en el verano de 1907, cuando se informó de alrededor de 2.500 casos.

 Pero este brote de 1916 sería diferente: los investigadores pronto descubrieron una serie de casos no reportados tanto en Brooklyn como en Manhattan, y para el 17 de junio, el departamento de sanidad había declarado ya la epidemia.  

Los hogares donde alguien había contraído la polio podían optar por la cuarentena o que los contagiados fueran enviados a un hospital de la ciudad.  

Dado que muchos no podían cumplir con los estrictos requisitos de cuarentena de la ciudad, que incluía una habitación separada para uso exclusivo del paciente y un asistente que no estaría involucrado en ninguna preparación de alimentos en el hogar, se les arrebataron a muchos padres sus hijos y muchos murieron finalmente separados en los  hospitales de cuarentena.  

Finalmente, más de 23,000 personas contraerían la enfermedad, de las cuales aproximadamente 5,000 perecerían.

Pero esto fue solo un preludio de lo que llegaría de Europa dos años después, en 1918: la gripe, que terminó matando a entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo en tres oleadas y que, junto con los 18 millones de personas que perecieron en la Primera Guerra Mundial, casi destruyó a toda una generación.

 Al igual que con la polio, Nueva York pudo aprovechar su infraestructura de salud preexistente.  El Departamento de Sanidad requisó almacenes de armamento y otros edificios públicos para crear clínicas de campo, y además lanzó una campaña que instó a las personas a costumbres bastante generalizadas por aquel entonces como no escupir en público o toser cerca de otros.

Finalmente , Nueva York consiguió uno de los mejores resultados en los Estados Unidos: alrededor de 30,000 neoyorquinos perecieron por la gripe en 1918-19, con una tasa de mortalidad de aproximadamente 3.9 personas por cada 1,000.  (En Filadelfia, donde la gripe probablemente desembarcó por primera vez en el país, casi 8 de cada 1,000 casos terminaron siendo fatales). Algunos atribuyeron el éxito de la ciudad a la práctica novedosa de escalonar los horarios comerciales y de entretenimiento para aliviar la congestión del metro y así  mantener a los neoyorquinos más alejados entre sí ,similar al distanciamiento social actual que tratamos de aplicar en estos momentos.

En la década de 1920, el recuerdo de los estragos causados por estas epidemias ayudó a dar forma a las nuevas políticas de vivienda de la ciudad, y en especial la vivienda pública. 

El Lower East Side albergaba a más de un tercio de la población de Manhattan, con muchas personas todavía viviendo en viviendas abarrotadas y de deplorable calidad.  

Muchos reformadores argumentaban que mejorar las condiciones de las viviendas sería un primer paso necesario para prevenir otro brote de enfermedad.  

Fue así como surgieron nuevos edificios de apartamentos subsidiados, como los Apartamentos Dunbar financiados por el propio Rockefeller en Harlem y las Viviendas Amalgamadas en el Bronx.  El Dunbar, inspirado en los apartamentos con jardín populares en lugares como Jackson Heights, presentaba entradas privadas a patios interiores de manzana o interior courts (en lugar de viviendas, a las que se ingresaba desde la calle) y apartamentos bien diseñados con cocinas y baños modernos, junto con llamadas “amenities” como una guardería, sala de esparcimiento, área de juegos e incluso seguridad privada.

 Estos edificios promovidos con fondos privados fueron seguidos por los primeros edificios de la llamada  NYCHA, la New York City Housing Authority, y sus primeras Casas en East 3rd Street, que prometían en su lema «sol, espacio y aire», y señalaban que estos eran los requisitos mínimos de vivienda a los que tiene derecho todo estadounidense.  

El diseño de una torre en un parque que floreció en las próximas tres décadas del siglo XX a menudo se atribuye a Ville Radieuse de Le Corbusier y la creencia de este arquitecto de que los conjuntos de edificios altos ampliamente espaciados solucionarían los problemas de la sociedad.  Le Corbusier, como muchos de sus contemporáneos modernistas, estaba profundamente influenciados por los efectos del brote de la gripe de 1918, por lo que sus ideas de que la planificación urbana y la construcción de viviendas deberían promover la buena salud y la buena moral habrían resonado intensamente en los planificadores urbanos de Nueva York.

Pero la ciudad sabía que la luz del sol y el aire por sí solos no serían suficientes.  

En los edificios de vivienda pública de NYCHA, el alquiler debía pagarse semanalmente, y tomando prestado de la respuesta de salud pública durante las epidemias del pasado, se contrataron asistentes de vivienda tanto para cobrar este alquiler como para hacer un control sanitario semanal.  De esta manera, la ciudad consideró que podría estar un paso por delante de cualquier problema, incluidas enfermedades graves, y esencialmente poner a los inquilinos en contacto con un trabajador social de manera regular.

En la actualidad, puede ser difícil, con gran parte de las viviendas públicas de Nueva York plagadas de roedores, moho, pintura con plomo y a veces ascensores rotos, ver estos edificios como una historia de éxito de salud pública.  Pero para aquellos que se mudaron a ellos  desde las condiciones de viviendas hacinadas, los llamados “projects” fueron un cambio a mejor en sus condiciones de vida.

Sin embargo, a fines de la década de 1940, la fuerte resistencia de los inquilinos había eliminado estos controles semanales y, a medida que se desarrollaban las vacunas contra la polio, la fiebre amarilla y otros flagelos para la salud, en la década de 1950, la amenaza inminente de una emergencia de salud pública se fue desvaneciendo.  

Décadas más tarde, cuando Nueva York entró en la gran crisis fiscal de la década de 1970, muchos bienes inmuebles residenciales sufrieron, pero ninguno más que el envejecimiento sufrido por las viviendas públicas, donde el deficiente mantenimiento permitió que los problemas crecieran, a veces de manera exponencial.

Hoy en día, 1 de cada 15 neoyorquinos depende de la vivienda pública.  Mientras Nueva York se enfrenta a la pandemia de Covid-19, ¿cómo se atiende a los inquilinos más vulnerables de la ciudad de estos edificios?  

En una era de distanciamiento social como en la que nos hallamos recluidos, la validez del énfasis de Le Corbusier en el espacio abierto es evidente.  

Pero si se les va a pedir a los neoyorquinos que se refugien dentro de sus viviendas para soportar lo peor de la pandemia, está la ciudad a la altura?  

Durante casi cuatrocientos años, Nueva York ha podido responder a diversos brotes de enfermedades mediante la construcción de nuevos hospitales, la creación de estaciones de cuarentena y el establecimiento de zonas seguras.  Pero la asistencia a sus residentes más desfavorecidos generalmente es reactiva y ocurre generalmente después del hecho.  Desde los patios interiores de los edificios de viviendas hasta los espacios verdes en torno a las viviendas públicas, la arquitectura de Nueva York generalmente ha mirado por encima del hombro al último problema sufrido y rara vez se adelanta al siguiente.

Lo que el futuro cercano nos depara y el mundo que nos espera ahí fuera cuando salgamos es incierto.

El mundo y para  notrosos aquí la ciudad estará  esperándonos para recordarnos que hemos de perseverar en los esfuerzos por la mejora del entorno vital de todas las personas y a no cejar en la observación y vigilancia de nuestros gobiernos para que actúen imparcial y responsablemente con la información proporcionada por la ciencia para que la historia no vuelva a escribir una vez más uno de estos capítulos de tragedia e irreparables perdidas de vidas humanas.

En estos tiempos de cuarentena echamos la vista atrás en la historia de Nueva York para revisitar la historia de las epidemias que asolaron esta ciudad y de un modo u otro le dieron la forma que hoy tiene.

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Podcast: Seneca Village, el barrio de Nueva York que Central Park destruyó

Central Park, la gran alfombra verde que preside la mitad superior de la trama urbana de Manhattan es algo ya inherente a esta ciudad. Ha sido un ejemplo para la creación de multitud de parques y zonas verdes de recreo tanto dentro como fuera de los Estados Unidos.

Hoy, con sus más de 150 años de historia continúa siendo ese verde oasis que tanto el neoyorkino como el visitante encuentra cuando busca abstraerse del ajetreo y la actividad de la ciudad que le rodea.

Pero esta gran y rectangular mancha verde de más de 3 km cuadrados de extensión, formada por praderas, pequeños bosques, lagos, senderos, parterres y calles y que la ciudad concibió y promovió entre 1857 y 1876 con el diseño de los arquitectos paisajistas Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux no fue establecida sobre terrenos vírgenes de la isla de Manhattan.

Este gran parque hoy delimitado por la calle 59 en su parte sur, la calle 110 en su extremo norte ya colindante con Harlem, la quinta avenida por el este y Central Park West u Octava avenida por el oeste, ocupa, al menos en su lado oeste los terrenos que en los años anteriores a su planeamiento y construcción ocupara un asentamiento urbano que constituía una dinámica y casi desconocida comunidad, entre las actuales calles 83 y 88, y que únicamente en los últimos años ha salido a la luz gracias al trabajo de historiadores y arqueólogos.

Antes de que se creara Central Park, el paisaje a lo largo de lo que ahora es el perímetro del parque desde la calle 83 oeste hasta la calle 89 era el original emplazamiento de Seneca Village, una comunidad de predominantemente de afroamericanos, muchos de los cuales eran propietarios de los terrenos. 

Alrededor de 1855, el núcleo de población estaba formado por aproximadamente unos 225 residentes, compuestos por aproximadamente dos tercios de afroamericanos, un tercio de inmigrantes irlandeses y un pequeño número de personas de ascendencia alemana. 

Seneca Village, uno de los pocos enclaves afroamericanos de la época, permitió a los residentes vivir lejos de las secciones más urbanizadas del centro de Manhattan y en cierto modo escapar de las condiciones insalubres y sobre todo el racismo al que se enfrentaban allí.

Quizás la primera pregunta que nos hacemos sería el origen de la denominación de este núcleo o poblado como Séneca Village.

Como en muchos otros asuntos históricos no estudiados hasta fechas recientes, las opiniones y argumentos son diversos.

Aún así, la teoría de que el nombre pudiese derivar de la tribu nativa de los Seneca parece poco probable, dado que la isla de Manhattan no era territorio habitado por esta tribu o grupo nativo. 

Otros historiadores sustentan la teoría más poética y políticamente más  atrevida, que el nombre derivaría de la figura del político y filósofo hispano Romano Seneca, que postulaba por  un gobierno fundamentado en el respeto a las libertades individuales.

Los habitantes negros de Seneca Village que estudiaban filosofía clásica en las African Free Schools, podrían haber adoptado este nombre para su poblado reflejando sus aspiraciones para esta nueva comunidad.

Para conocer los orígenes de Seneca Village tendremos que remontarnos a 1825, cuando los propietarios de los terrenos de la zona, John y Elizabeth Whitehead, subdividieron sus tierras en 200 lotes y las pusieron a la venta. 

Andrew Williams, un zapatero afroamericano de 25 años, compró los primeros tres lotes por la cifra de $125. 

Epiphany Davis, empleado de una tienda, compró 12 lotes por $578, y la Iglesia AME Zion compró otros seis lotes. De allí nació una comunidad. 

De 1825 a 1832, los Whiteheads vendieron aproximadamente la mitad de sus parcelas a otros afroamericanos pudiéndose encontrar a principios de la década de 1830 unas 10 casas construidas en este nuevo núcleo de población en la isla de Manhattan.

Hay según los historiadores algunas pruebas de que los residentes tenían en sus casa jardines y se dedicaban a criar ganado en Seneca Village, y el cercano río Hudson era una fuente probable de pesca para esta comunidad. 

Además, un manantial cercano, conocido como Tanner ‘s Spring, proporcionaba un suministro de agua.

Avanzando dos décadas, a mediados de la década de 1850, Seneca Village comprendía ya 50 hogares y tres iglesias, así como sus propios cementerios e incluso una escuela para estudiantes afroamericanos.

Para los afroamericanos, Seneca Village ofreció la oportunidad de vivir en una comunidad autónoma lejos del centro densamente poblado. 

A pesar de la abolición de la esclavitud en el estado de Nueva York en 1827, la discriminación aún prevalecía en toda la ciudad de Nueva York y limitaba severamente la vida de los afroamericanos. 

La ubicación remota de Seneca Village probablemente proporcionó un refugio de este clima hostil.

Nueva York, que históricamente creció con la ficción de que la esclavitud se limitaba al Sur, se dio cuenta de lo contrario en 1991, cuando trabajos de construcción en el Bajo Manhattan desenterraron cientos de esqueletos de un cementerio olvidado de la era colonial que había servido como el lugar de enterramiento colectivo de 15,000 africanos.  

El sitio del enterramiento, conocido desde 2006 como el Monumento Nacional del Cementerio Africano, subrayó el hecho de que la ciudad de Nueva York a fines del siglo XVIII era un epicentro de la trata de esclavos, con más africanos que cualquier otra ciudad del país, con la posible excepción de Charleston, Carolina del Sur.

En comparación con otros vecinos afroamericanos de Nueva York, los residentes de Seneca Village parecen haber disfrutado de mayor estabilidad y prosperidad económica : en 1855, aproximadamente la mitad de ellos poseía sus propios hogares. 

Con la propiedad, llegaron otros derechos que los afroamericanos no disfrutaban comúnmente en la ciudad, como por ejemplo, el propio derecho al voto. 

En 1821, el estado de Nueva York exigía a los hombres afroamericanos que poseyeran al menos un capital de $250 en propiedad y que tuvieran acreditada su residencia durante al menos tres años para poder votar. 

De los 100 neoyorquinos afroamericanos con derecho para votar en 1845, 10 de ellos vivían en Seneca Village.

El hecho de que muchos residentes fueran dueños de propiedades contradice algunas percepciones erróneas comunes a mediados del siglo XIX de que las personas que vivían en la tierra expropiada posteriormente para el Parque eran habitantes pobres que vivían en chabolas. 

Mientras que una minoría de residentes vivían en humildes cabañas en condiciones de hacinamiento, la mayoría vivía en casas de dos pisos. 

Los registros del censo muestran que los residentes estaban empleados, y los afroamericanos generalmente empleados como trabajadores en negocios locales  y en trabajos de servicio, las principales opciones para ellos en ese momento. 

Los registros también muestran que la mayoría de los niños que vivían en Seneca Village se encontraban escolarizados.

A principios de la década de 1850, la ciudad comenzó a planificar un gran parque municipal para contrarrestar las condiciones urbanas poco saludables y proporcionar espacio para el esparcimiento de sus vecinos. 

En 1853, la cámara de representantes del Estado de Nueva York promulgó una ley que designó 775 acres de terreno en Manhattan, desde las calles 59 a 106 y entre las avenidas Quinta y Octava, para crear el primer parque público ajardinado más importante del país.

La Ciudad adquirió la tierra a través de la expropiación , lo cual permitió al gobierno hacerse con terrenos privados para uso público con una compensación establecida pagada al propietario. 

Esta era una práctica muy común en el siglo XIX, y ya se había utilizado previamente para construir la cuadrícula de calles de Manhattan unas décadas antes con el llamado Commissioner ‘s Plan de 1811. 

Con esta operación que afectó a Seneca Village, hubo aproximadamente unos 1.600 habitantes desplazados en toda la zona y aunque los propietarios de las tierras fueron compensados, muchos argumentaron  que sus tierras habían sido infravaloradas por las autoridades del Estado. 

Esta destrucción se asemeja a lo ocurrido. 100 años más tarde, en la década de 1960 cuando el país se embarcó en un frenesí de renovación urbana clasificando muchos barrios de clase obrera y gran dinamismo como “slums” o zonas marginales para justificar su demolición y sustitución por infraestructuras o nuevos barrios, política encabezada por el comisionado Robert Moses.

Finalmente, todos los residentes tuvieron que irse a finales de 1857. 

Para algunos autores, la desaparición de Seneca Village supuso la muerte del sueño de la utopía negra

Se están realizando investigaciones para determinar dónde se mudaron los residentes de Seneca Village; algunos pudieron haber ido a otras comunidades afroamericanas de la región, como Sandy Ground en Staten Island y Skunk Hollow en New Jersey.

Aunque tenemos un conocimiento limitado de cómo era la vida en Seneca Village, ha habido un trabajo continuo para aprender más sobre sus residentes y sus vidas. En 2011, arqueólogos de la Universidad de Columbia y la Universidad de la Ciudad de Nueva York realizaron una excavación del lugar. 

En ella, descubrieron una gran variedad de artefactos que habían sido allí abandonados y enterrados, tales como una tetera de hierro, una sartén para asar, una botella de cerveza de gres, fragmentos de porcelana de exportación china y un zapato pequeño con suela de cuero y parte superior de tela. Estos artículos nos han ayudado a reconstruir cómo era la vida de los residentes del pueblo.

A pesar de su corta historia de solo 32 años, Seneca Village se entiende como una comunidad muy unida que sirvió como una fuerza estabilizadora y de afianzamiento social en tiempos de incertidumbre para una comunidad históricamente maltratada.

Hoy en día, Central Park nos ofrece la posibilidad de explorar esos vestigios históricos de Séneca Village a la vez que aprender algo de su historia y circunstancias que lo rodearon.

Una exposición al aire libre disponible hasta Octubre de 2020 a la que llegaremos desde la entrada del parque en la calle 85 oeste nos guiará mediante paneles informativos y señalización a través de los diversos lugares que ocupó este asentamiento cuasi olvidado de Nueva York cuya memoria yace sepultada bajo las praderas y bosques de Central Park.

En este nuevo podcast abordamos una página un tanto desconocida de Nueva York.
La de Seneca Village, el asentamiento predominandemente afroamericano que se hallaba en el lado Oeste de lo que hoy conocemos como Central Park.

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