Podcast escrito y producido en Nueva York, que te trae retazos de su historia, personajes, costumbres y arquitecturas, relatados de forma personal, subjetiva, y no siempre rigurosa.
En este improvisado podcast mientras me dirijo a realizar la compra en el supermercado, os hablo de la nueva ley del estado de Nueva York que a partir del 1 de Marzo de 2020 prohibe la utlización por parte del comercio de bolsas desechables de plástico, así como la autorización a las ciudades de imponer un recargo de 5 céntimos de dólar a las de papel.
En este primer podcast de 2020 hablamos de OMNY, el nuevo sistema de pago y acceso mediante tecnología NFC que se está implementanto en el sistema de transporte público de Nueva York.
Nueva York ofrece al mundo numerosas imágenes icónicas que se hallan ya incrustadas en la cultura popular contemporánea : hitos como el propio el puente de Brooklyn, sus antiguos taxis amarillos,que hoy son ya únicamente recuerdos de décadas atrás, una vez ya reemplazados por vehículos híbridos, las luminosas y cegadoras pantallas de Times Square, el Skyline de Manhattan o incluso el Flatiron Building con su aguda y dramática cara mirando uptown.
Pero si hay una imagen que probablemente el 99% de la población mundial asociaría con esta ciudad, probablemente sería la del Empire State Building y su aguda silueta recortada sobre el horizonte.
Sin embargo, por otra parte, la relación del neoyorquino con el Empire State Building no siempre es la misma que la del visitante.
A veces infravalorado dada la tumultuosa y no siempre propicia para la contemplación de la zona donde se encuentra enclavado, este hito de la ciudad es sin embargo el edificio más popular entre la población de los Estados Unidos por delante incluso de la propia Casa Blanca.
Es obligación al poner un pie en esta ciudad levantar la vista para reconocer y estudiar con la mirada al menos durante unos instantes el que sería a la postre el símbolo de una época y del carácter emprendedor de una ciudad que se negaba a sucumbir y admitir el trauma de la Gran Depresión.
La parcela que ocupa el Empire State Building, situada en la 5a avenida de Manhattan, entre las calles 33 y 34 se hallaba ocupada hasta 1929 por el original hotel Waldorf Astoria, un edificio, que era el símbolo por excelencia de la alta sociedad que forjó la llamada Gilded Age, una época marcada por el masivo flujo de inmigrantes hacia Estados Unidos desde Europa, la creación de grandes industrias que constituirían esqueleto de una nueva nación, y las grandes fortunas creadas a su alrededor.
Este magno edificio, inaugurado en 1893, curiosamente compuesto inicialmente por dos edificios construidos independientemente y separados, producto de la rivalidad entre dos facciones de la familia Astor, terminó finalmente siendo unificado mediante el que se llamaría Peacock Alley, dando lugar a uno de los más significativos ejemplos de las arquitecturas del pasado perdidas de Nueva York.
Además de ser el centro de reunión y confluencia de las clases sociales más adineradas de la ciudad durante este primer tercio del siglo XX, otros acontecimientos históricos se vieron enmarcados dentro de sus regios salones. Una muestra de esto es la propia comisión de investigación constituida por el Senado de los Estados Unidos en 1912 tras el hundimiento del Titanic en la gélidas aguas del Atlántico norte, una de cuyas víctimas en el naufragio fue el propio John Jacob Astor IV, directamente relacionado con la familia propietaria de este hotel.
A finales de la década de 1920, Estados Unidos se encuentra inmerso de lleno en el proceso de una fuerte expansión económica, con unos mercados bursátiles y financieros alimentados por una salvaje especulación bursátil y como no, un mercado inmobiliario que trataba desesperadamente de suplir la demanda de una economía donde la industria, y entre toda ella, especialmente la del automóvil marca el ritmo del crecimiento económico la nación.
Por aquel entonces, el Midtown de Manhattan, y en especial la quinta avenida, en otros tiempos flanqueada por grandes mansiones residenciales, propiedad de las mayores fortunas del país , deja de ser el punto focal de esta clase adinerada y sus refinadas residencias, las cuales preferirán desplazarse en dirección uptown hacia el más discreto y tranquilo Upper East Side.
El Midtown pasa a ser el centro de negocios y comercial de la ciudad. La economía demanda edificios comerciales y de oficinas que puedan albergar a los miles de nuevos habitantes y trabajadores que han llegado a la ciudad para mover su trepidante economía.
Solo unas calles más en dirección norte, en la 42, el magnate automovilístico Walter Chrysler inicia en 1928 la construcción de su rascacielos Art Deco corporativo que aspiraba a ser el edificio más alto del mundo por aquel entonces y mostrar la pujanza de la compañía que él encabezaba.
En medio de este boom inmobiliario sin precedentes, durante el cual en Nueva York se podía contabilizar más de 700 edificios comerciales en construcción, el principal reclamo para un edificio de oficinas pasó a ser el de su altura y visibilidad. Por ello, era imperativo destacar claramente sobre los demás. Había que construir lo más alto posible.
En 1928, parece claro que los tiempos están cambiando. Las fortunas cambian de manos y la familia Astor no es ajena a estos nuevos vientos, por lo que vende el hotel y su solar a la Bethlehem Engineering Corporation por la nada desdeñable cifra de 16 millones de dólares.
Los planes de la compañía serían construir en su lugar un edificio de 50 plantas que sería bautizado con el nombre de Waldorf Astoria Office Building.
Con esta determinación , se comienza la demolición del histórico conjunto de edificios, la cual y dada la sólida y masiva construcción que los caracterizaba, requiere más de 16.000 cargas efectuadas mediante camiones que transportarán los ricos materiales y refinados elementos arquitectónicos demolidos hasta las barcazas que los transportarían finalmente hasta las costas de Sandy Hook en New Jersey donde finalmente serían arrojados al mar sin mayores contemplaciones.
Una vez que estos trabajos de demolición alcanzaron los niveles de la cimentación del edificio, se llegó a descubrir en ella una cámara secreta repleta de las más selectas botellas de vino y champagne que presuntamente estaban destinadas a ser disfrutadas por los acaudalados propietarios y huéspedes del hotel durante los años de prohibición del alcohol.
Pero de manera inesperada, los planes de construcción de este nuevo edificio de oficinas se verán frustrados finalmente por no ser capaz la compañía promotora de asegurar la tercera parte del préstamo de construcción de parte del banco que la iba a financiar.
El fracaso de esta operación no pasa inadvertido para un adinerado promotor inmobiliario llamado John J. Raskob. Raskob, al mismo tiempo que ocuparse de sus negocios, se encontraba muy involucrado en la vida política como secretario del Partido Demócrata y contaba con amigos dentro del mismo partido como Al Smith, anterior gobernador del estado de Nueva York y candidato a la presidencia en 1928 (elección que perdería en favor de Herbert Hoover) o Pierre S. Dupont, que a la sazón era presidente de la compañía General Motors desde 1923.
Parecía aquel un trío idóneo para acometer cualquier gran empresa que se propusieran. Por una parte Raskob y Dupont con acceso a los fondos y recursos financieros necesarios y Smith con su familiaridad con todas las altas esferas políticas del estado y del país.
Desde el primer momento tendrían una visión clara de lo que pretendían hacer, y que no era en absoluto quedarse en las 50 plantas del edificio inicialmente anunciado en lugar del hotel Waldorf Astoria.
El 30 de agosto de 1929 la portada del New York Times anunciaba que Alfred E. Smith, anterior gobernador del estado de Nueva York sería la cabeza de la compañía que construiría sobre los terrenos anteriormente ocupados por el Waldorf Astoria el edificio más alto del mundo.
El edificio tomaría el nombre del apodo dado, según algunos teóricos, al estado de Nueva York por su riqueza y recursos: Empire State.
El edificio de oficinas que se denominaría Empire State Building se elevaría 86 plantas sobre el cielo de Manhattan y tendría un coste de construcción de 16 millones de dólares.
Para el proyecto de este nuevo coloso, el trío se encomienda a los arquitectos que iban a encargarse del inicial proyecto del Waldorf Astoria Office Building: William F. Lamb y Richmond Shreveport, de la firma Shreve, Lamb & Harmon.
El reto propuesto a los arquitectos era simple: ¿Cuál es la altura que se puede alcanzar con un edificio y que a la vez sea seguro?
Sin embargo, el grupo de promotores mantuvo en secreto los planes referentes a la altura final del edificio en vistas a la feroz competencia por conseguir ser el edificio más alto que se disputaría con el entonces ya en construcción Chrysler Building.
Con esta configuración de 86 plantas, el Empire State sería únicamente 4 pies más alto que el Chrysler Building y Raskob y Smith albergaban temores que con tan estrecho margen, el Chrysler en ese momento en construcción, pusiera en marcha algún plan alternativo para elevar su altura lo suficiente para arrebatarles el título de edificio más alto.
En un momento donde el edificio más alto de la ciudad era el edificio Woolworth Building, el rascacielos neogótico finalizado en 1913, estas rivalidades por atraer la atención del público y los inquilinos basándose en alcanzar mayor altura eran moneda común, estando el propio Chrysler inmerso en una lucha, con tintes de rivalidad personal, por su altura final, con el Manhattan Company Building, también llamado 40 de Wall Street, pero esa, ya sería otra historia.
En diciembre de 1929, los promotores deciden añadir al diseño una coronación metálica y un mástil de 68 metros, que daría así al edificio un total de 1250 pies o 380 metros de altura con un total de 102 plantas.
Estos planes no se revelarían tampoco a la opinión pública hasta el 8 de enero de 1930, pocos días antes ya del inicio de los trabajos de construcción.
La altura final del edificio quedaría por tanto determinada, además de estas disputas e intrigas entre los egos de sus promotores, por el diseño estructural y las nuevas capacidades de carga permitidas por el Código de la Edificación de Nueva York revisadas durante la elaboración de este proyecto y la normativa urbanística o Zoning Resolution vigente en Nueva York desde 1916.
Según estas ordenanzas, un edificio que contase con una ocupación efectiva de parcela o lot coverage del 25%, no tendría ningún límite legal en cuanto a su altura máxima a alcanzar.
Este principio impulsó a los promotores a adquirir más terrenos adyacentes en la misma manzana para así poder reducir ese porcentaje de ocupación y alcanzar una mayor altura.
Este mismo factor sería un impedimento clave para el edificio de Chrysler para poder alcanzar mayor altura en su diseño dada la imposibilidad de poder añadir parcelas adicionales al proyecto del edificio.
El resultado de aplicar estos parámetros urbanísticos sería la base de 5 plantas formando la alineación de calle del edificio con la 5a avenida y las calles 33 y 34.
Y ya en un plano retranqueado, sobre esta base se yergue la gran torre con otros retranqueos sucesivos a lo largo de su altura hasta alcanzar la planta 86 donde sus espacios útiles y comerciales son culminados por la coronación y mástil.
Ya en aquellos años, la arquitectura construida en Nueva York se había desprendido casi por completo del tan popular en otras décadas y grandioso estilo Beaux Arts importado al país por los afamados arquitectos de la Escuela de Chicago con formación académica europea y destinado a proyectar mediante su arquitectura la imagen de una nación emergente y con vocación de superpotencia en el escenario mundial en el futuro próximo.
Es sin embargo el momento para el Art Decó, un estilo que tuvo una influencia relativamente efímera , aproximadamente entre 1920 y 1949, de tintes claramente modernistas y con claros puntos de contacto con otras corrientes estilísticas como el art nouveau o el futurismo italiano.
El Art Deco empleará los materiales modernos como el acero o el vidrio, pero quizás una de sus señas de identidad más marcadas sea el alto nivel de ornamentación, generalmente empleando colores metálicos y brillantes, motivos zigzagueantes, formas radiadas , dramáticas y que a veces buscarán presentar un aspecto plano y gráfico.
Aún así, y a pesar de su clara expresión en elementos como su coronación o su representativo vestíbulo de entrada, estos elementos estilísticos están menos acentuados en el Empire State Building que en el tan próximo Chrysler Building.
En el contexto de este competitivo frenesí entre edificios, una verdadera efervescencia de ideas, el mástil de la coronación del edificio se ideó inicialmente como un punto de atraque para los zepelines que a finales de la década de los años 20 comenzaron a servir rutas aéreas comerciales entre Europa y especialmente la Alemania nazi los y Estados Unidos.
Esta coronación del edificio sería de este modo el punto de desembarco de los pasajeros que descenderían desde las aeronaves allí amarradas por una escalera exterior metálica hasta el punto de control de inmigración y aduanas que se situaría en el mismo piso 86.
Estos ambiciosos y quizás vistos con la perspectiva del tiempo, disparatados planes que parecerían únicamente posibles en los felices y locos años 20, no acabaría llevándose a cabo de manera regular una vez finalizado el Empire State Building, habiéndose producido únicamente el amarre de un dirigible al mástil de atraque en 1931 cuando un dirigible de la armada de EEUU intentó sin éxito el amarre en más de 25 ocasiones estando a punto de provocar una tragedia cuando los vientos lo zarandearon de manera violenta.
Años después, la idea sería definitivamente descartada cuando en 1937 el zepelín Hindenburg fuera consumido por las llamas tras el histórico accidente ocurrido en Lakehurst, New Jersey tras una travesía del Atlántico desde Europa.
El colapso de la bolsa de Nueva York de octubre de 1929 abre un profundo interrogante sobre la viabilidad del proyecto. El frenesí inmobiliario de la década se ve frenado súbitamente en ese octubre negro, y se inicia un estancamiento que no va a disiparse hasta bien entrados los años 50.
Pero la determinación de los promotores no va a verse condicionada por estos acontecimientos.
Si bien ni Al Smith o Raskob se vieron afectados en gran medida por el colapso bursátil, éste sí afectó a otros muchos inversores menores del proyecto.
Los iniciales planes de Raskob de iniciar las obras en ese mes de octubre de 1929 tuvieron que ser pospuestos hasta que consiguió asegurar un crédito de 27 millones de dólares de la Metropolitan Life Insurance Company para comenzar las obras. Era el mes de Diciembre de 1929.
La empresa constructora que acometería esta ingente obra fue la compañía Starrett Brothers and Eken, ya experimentada en la construcción de muchos otros edificios y que sin lugar a duda estuvo a la altura del reto empresarial, organizativo y técnico que Al Smith y Raskob le planteó al firmar este contrato con ellos.
Los trabajos de construcción comenzarían finalmente el 22 enero de 1930 con dos turnos de 12 horas donde 300 hombres en cada uno de ellos trabajarían sin descanso para excavar los 17 metros de profundidad que servirían de base para la cimentación sobre el lecho de roca del subsuelo de Manhattan donde se incrustarían los cientos de pilotes metálicos que anclan el Empire State a la isla.
Las primeras piezas de acero correspondientes a la estructura se instalaron el 1 de abril de 1930.
El traer al Midtown de Manhattan los más de 15.000 pilares y vigas de acero desde sus factorías en Pittsburgh y su zona de desembarco en el Hudson e instalarlas posteriormente en su definitiva posición en la construcción del edificio supondría un desafío para la logística y el transporte no acometido hasta aquel entonces.
A este ingente número de elementos de acero se sumarían otros materiales de construcción necesarios como ladrillo, tabiquerías ligeras, revestimientos metálicos o piezas de fachada de piedra caliza de Indiana que hoy en día podemos contemplar junto con mármoles de Italia y Francia, maderas del Pacífico Noroeste o granito de Suecia.
La construcción de un edificio de tal magnitud requeriría una planificación y logística propia de relojeros suizos que supuso que se programara hasta el último transporte de materiales mediante las grúas y ascensores elevadores que tendrían programada hasta la más insignificante de las cargas a izar hasta las distintas plantas del edificio que se iban levantando.
El ambicioso reto que los constructores se propusieron fue el de construir un piso por día para acelerar la construcción, un objetivo del que estuvieron bastante cerca con un progreso de 4 pisos y medio por semana superando el anterior récord en vigor hasta entonces de 3 pisos y medio por semana.
Pero la eficiencia buscada en la construcción del coloso del Midtown no se limitó únicamente a la gestión en la distribución de los materiales y recursos de construcción a pie de obra.
También se buscó la eficiencia en el trabajo y gestión de los operarios y obreros, que fue a la postre una parte esencial en el desarrollo y consecución final de la construcción.
Para ello, entre otras medidas, y permitir que los trabajadores pudiesen hacer dentro de su turno de trabajo sus comidas sin tener que tomar los ascensores y descender a la 5a avenida en busca de su comida, la compañía instalaría a intervalos de 20 plantas cafeterías y comedores donde estos obreros podrían comprar por 40 centavos de dólar su merecido lunch e incluso tomar una taza de café.
Cuando se habla de estos trabajadores, sería injusto no rememorar las condiciones extremas a los que estos se verían sometidos por aquel entonces, trabajando a tales alturas, y especialmente durante el proceso de montaje de la estructura de acero roblonado del edificio.
La propia altura del edificio, la exposición a los fuertes vientos imperantes en la zona y las precarias medidas de seguridad laboral existentes en aquellos tiempos nos dejarían esas impactantes imágenes de los obreros transportando e instalando los roblones encaramados a vigas y caminando sobre el vacío sin mayor medida de seguridad que su equilibrio y pericia, arrojando un saldo final de trabajadores fallecidos en accidentes de 5 víctimas según fuentes oficiales de la compañía, una cifra que fuentes sindicales elevarían hasta los 42 fallecidos.
Un buen número de estos trabajadores en altura serían integrantes de la tribu nativa americana de los Mohawk, venidos desde la reserva Kahnawake cerca de Montreal, y conocidos por su ausencia de vértigo en estos entornos lo cual les proporciona gran capacidad para trabajar en construcciones a gran altura.
Estos trabajadores Mohawk acabarían tomando parte en la construcción de muchos otros edificios de Nueva York e incluso acabarían estableciéndose en el barrio de Boerum Hill en Brooklyn.
A estos trabajadores en altura especializados hay que sumar otros 3500 que en determinados momentos llegaron a trabajar simultáneamente en la construcción tal como el 14 de agosto de 1930.
Muchos de estos trabajadores serían principalmente inmigrantes irlandeses e italianos, afortunados por poder ganar un salario diario en medio del desolador panorama económico y social que dibujaba la Gran Depresión marcada por sus rampantes niveles de desempleo y pobreza.
La ceremonial puesta de bandera en el piso 86 a 319 metros de altura, una vez la estructura fue completada se coloca el 19 de septiembre de 1930, 12 días antes de lo inicialmente planificado y el 21 de noviembre, solo dos meses después se coloca sobre la coronación y el mástil que dará al edificio su altura final de 102 pisos.
Mientras tanto, continuarían los trabajos en fachada y el interior, con entre otros, la instalación de los 66 ascensores que la Otis Elevator Company suministró con una velocidad de 366 metros por minuto, y que supuso el mayor encargo de ascensores que la compañía había recibido hasta entonces.
El coste final del edificio, 40 millones de dólares, claramente por debajo de los 60 millones inicialmente presupuestados para la demolición del Waldorf Astoria y finalización de la construcción del nuevo, fue fruto inevitable del abaratamiento de costes de todo tipo causado por las penurias de la depresión que todavía arreció en mayor medida durante los siguientes años de la década de los 30.
La inauguración del Empire State Building, que fue todo un acontecimiento de masas en la ciudad, y con una recepción de autoridades celebrada en el piso 86, se produciría el 1 de Mayo de 1931, con 45 días de adelanto sobre la fecha inicialmente prevista.
A ella acudieron personalidades como el entonces presidente Hoover, quien fue el encargado de accionar el inicial encendido de luces del edificio, el alcalde Jimmy Walker, el propio promotor Al Smith o el por aquel entonces gobernador del estado Franklin Delano Roosevelt, que más tarde se convertiría en uno de los presidentes más determinantes y recordados de la historia de los Estados Unidos, especialmente por sus políticas dirigidas a paliar la Gran Depresión, el llamado New Deal.
Pero al entusiasmo de los fastos y festejos de la inauguración, sucedió la preocupación por la baja ocupación inicial de las oficinas por parte de nuevos inquilinos.
Si bien los impulsores del proyecto lograron completar la construcción y apertura durante el estallido de la Gran Depresión, fue a partir de 1931 donde los efectos de ésta se propagaron de manera más devastadora por la economía estadounidense y mundial.
El mercado inmobiliario y la construcción sufriría un brutal estancamiento y una ausencia en la demanda de nuevos edificios de oficinas que se prolongará dos décadas.
La estrategia de los propietarios ante esta circunstancia adversa sería no dejar que el edificio aparentase estar vacío a los ojos de la opinión pública.
La solución sería simple: mantener las luces de todas las plantas encendidas, a pesar del consumo eléctrico que ello generaría.
Y si esta desesperada medida no consiguió paliar de manera determinante la ausencia de demanda por parte de nuevos inquilinos, en cambio sí contribuyó a que la ciudad se enamorase irremisiblemente de su nuevo hito.
Una vez abandonadas las utópicas y quizás alocadas pretensiones de que el Empire State fuese ese puerto de atraque para dirigibles, fue en las atracciones para el público que la altura del edificio proporcionaba lo que hizo que tanto a neoyorquinos como a visitantes les entusiasmase pagar el dólar que costaba ascender a su mirador de la planta y 86 y tomar allí una bebida o aperitivo con unas inmejorables vistas al área metropolitana de Nueva York, desconocidas hasta entonces para la mayoría de la población.
A ello contribuiría también, el estreno el 2 de marzo de 1933 en el Radio City Hall de la película King Kong , el cual encaramándose al Empire State fue la guinda que culminó una inteligente campaña de marketing y publicidad para atraer la atención del público hacia este nuevo prodigio de la arquitectura y la ingeniería.
Aún así, durante los años de la guerra, tampoco se vio exento el Empire State de las medidas preventivas de defensa aérea consistentes en el apagado de sus luces como medida ante posibles ataques.
También, y durante los últimos meses de la guerra, el 28 de julio de 1945, sufrió el Empire State su único gran percance con la colisión contra su cara norte, entre los pisos 79 y 80 de un bombardero B-25 que volaba hacia un cercano campo de aviación en Newark y cuya tripulación volaba desorientada debido a la espesa niebla reinante ese día sobre la zona.
El accidente se saldó con 14 víctimas mortales, una de ellas en un edificio adyacente sobre el que cayó uno de los motores desprendidos del avión.
Sin embargo, el edificio no sufrió daños estructurales de consideración, por lo que fue reabierto al público solo dos días después del accidente.
El Empire State Building no fue rentable hasta los años 50, década en la que comenzó a atraer la atención de nuevos inquilinos gracias a la reputación y leyenda que se había creado en torno a él dentro de la cultura popular.
A ello se sumó que en aquellos años dorados de la radio y la televisión, la demanda por parte de muchas compañías de utilizar su torre como privilegiada antena de retransmisión.
A pesar de esta entrada en beneficios, en 1951, Raskob puso el edificio en venta por 51 millones de dólares, el precio más alto jamás demandado por un edificio por aquel entonces.
En los años siguientes, y tras este inicial cambio de propietarios, el edificio volvería a cambiar de manos en varias ocasiones con una serie de complejas transacciones inmobiliarias, algunas de las cuales incluirían hasta un proceso judicial en los años 80 del que fue parte el mismo Donald Trump que pretendía hacerse junto con un grupo inversor japonés del control del edificio, una operación que finalmente no tuvo éxito.
Posteriormente, en 1961, la autoridad portuaria, anuncia su apoyo al nuevo World Trade Center que se empieza a concebir en el bajo Manhattan cerniéndose sobre el Empire State la sombra de un futuro gran competidor y que a la postre sería el proyecto que le arrebatará el título de edificio más alto de la ciudad y el mundo que ostentó hasta 1970 a manos de las malogradas torres gemelas.
La apertura en estas de un observatorio para el público en su planta 110, claramente superior al piso 86 del Empire State supuso un fuerte impacto en su cuenta de ingresos y beneficios.
También muchas compañías que hasta ahora utilizaban sus antenas desde su coronación, decidieron trasladarlas al nuevo complejo del World Trade Center.
A pesar de estos inevitables reveses asestados por la historia y el progreso, este edificio mantenía en 1980 un número de visitas cercano a los dos millones de personas y en mayo de ese año incluso le fue asignado un código postal propio.
En 1981, la Landmarks Preservation Commission, o comisión del patrimonio declara su lobby, primer y segundo piso como hito histórico y en 1986 el edificio en su totalidad pasa a ser Monumento Histórico Nacional por su relevancia en la historia de la arquitectura.
Durante los años 90 se acometerán profundas obras de renovación y mejora, reemplazando los sistemas contra incendio y de alarma, ascensores, ventanas y climatización además de hacer accesible su terraza de observación en cumplimiento de la ley de accesibilidad denominada Americans with Disabilities Act.
En 2010 se inició un nuevo proceso de renovación a 10 años vista con énfasis en la eficiencia energética y los espacios públicos para mejorar el flujo de los visitantes al edificio.
Esta fase, completada en 2019 incluye el nuevo alumbrado exterior basado en tecnología LED.
A comienzos de la década de los 2000, tras la destrucción del World Trade Center, el Empire State recuperó el título de edificio más alto de Nueva York pero ya muy lejos del trono de los edificios más altos del mundo e incluso siendo únicamente el segundo más alto de EEUU tras la torre Willis de Chicago.
Hoy en día, el Empire State es el 3er edificio más alto de Nueva York tras el World Trade Center One y la torre residencial 432 Park Avenue y en breve se verá relegado de nuevo por el nuevo One Vanderbilt actualmente en construcción en la confluencia de la calle 42 y la quinta avenida.
Tras casi 90 años de majestuosa presencia en el skyline de Nueva York, la silueta del Empire State Building parece un elemento inseparable ya de la historia de esta ciudad y de la vida de los que la han habitado a lo largo de todos estos años, un referente obligado para todo aquel que alguna vez llega a Nueva York y levanta la vista al horizonte en busca de un hito.
Quizás lo más significativo es que, ya sea en la cultura popular, con referencias en la historia del cine como el propio “King Kong”, “An affair to remember” o “Sleepless in Seattle “ como en acontecimientos del mundo del deporte representados por la extenuante subida que cada año se celebra ascendiendo sus escaleras de 1500 peldaños hasta su piso 86, parece que a pesar de haber perdido el Empire State Building hace tiempo su cetro de edificio más alto, aún conservará su parcela en el corazón e imaginario colectivo de muchos de nosotros como ese colosal desafío técnico y empresarial que unos osados emprendedores decidieron llevar a cabo hasta el final, a pesar de no darse para ello las más favorables condiciones.
Hoy, cuando en Nueva York hay en construcción o en fase de proyecto hasta 10 nuevos rascacielos que a medio plazo superarán al Empire State en altura y preeminencia en el skyline, parece difícil que estos nos puedan hacer olvidar la historia de esos visionarios que buscaron un dia ser los más altos.
El paso de las décadas nos enseña que la historia tenía un lugar reservado para ellos.
El podcast Un Minuto en Nueva York cierra 2019 con un episodio hablando sobre el Empire State Building, el icónico edificio construido en 1931 y que todavía hoy destaca en el skyline de Manhattan.
Podcast: Las cuatro vidas del Madison Square GardenDentro del catálogo del imaginario colectivo de Nueva York, es difícil no tener en él la referencia del famoso Madison Square Garden, ese gran recinto deportivo y de espectáculos.
Y ciertamente no es menos frecuente, a veces, cuando desde Nueva York hablamos desde el quizás menos conocido Madison Square Park, el que se dé una cierta confusión entre ese parque que sin duda es uno de los lugares más agradables y disfrutables dentro del tejido urbano de Manhattan que se sitúa entre las calles 23 y 26 y al final de Madison Avenue, con el recinto del que hoy hablamos en este podcast.
Y no es en absoluto una confusión gratuita, sino que está fundamentada en que en realidad no estamos hablando de un solo edificio o recinto de espectáculos sino en realidad de 4 versiones del edificio que han compartido a lo largo de los años el mismo nombre y que se han ido sucediendo a lo largo del tiempo y el espacio en Nueva York, y en algunas de sus versiones, el entorno que hoy ocupa el bonito parque al que nos referíamos al principio, bajo la majestuosa sombra del Flatiron Building.
El actual Madison Square Garden destaca como sede de grandes citas del deporte como aquel tan recordado como infausto partido para la afición de los New York Knicks en 1995, conocido como el Double Nickel Game de Michael Jordan. En el Jordan, después de haberse retirado del baloncesto profesional para probar suerte en el baseball, retornaba año y medio después a los Chicago Bulls con su ya famosa rueda de prensa coronada por un lapidario “I´m back” para enfrentarse al equipo local, los Knicks. En este partido, Jordan acabaría llevando a su equipo a la victoria con una cuenta anotadora final de 55 puntos. Algo que todavía duele a la afición local de Nueva York cuando se le recuerda.
Menos doloroso, al menos para los aficionados, fue el legendario combate de boxeo del 8 de marzo de 1971 entre Muhammad Ali y Joe Frazier, por el título mundial de los pesos pesados con victoria final para Frazier.
On en el mundo de la música el 20 de octubre de 2001, el concierto benéfico en favor de las víctimas del World Trade Center, organizado por Paul MCCartney, una cita histórica que incluyó actuaciones de artistas como Mick Jagger, Keith RIchards, The Who, David Bowie, Eric Clapton , Elton John o Billy Joel.
Pero tal como apuntábamos al principio, este edificio y recinto deportivo que conocemos hoy es solo uno de los cuatro que históricamente ha conocido Nueva York. Hay una historia de edificios predecesores que vamos a repasar en el podcast de hoy.
El lugar: en torno al Madison Square Park, frente a la intersección de Broadway, la 5a avenida y la calle 23. En la esquina entre la calle 26 y Madison Avenue, que aquí finaliza,existía una pequeña estación de tren de pasajeros del ferrocarril del Harlem, (los ferrocarriles en superficie que existían antes de el metro subterráneo)
Esta estación se trasladó a la 42 en 1871 y en 1974 , un tal P.T Barnum decidió montar un recinto al aire libre de forma oval con bancadas al aire libre también que se utilizó para montar circos y otras representaciones. A este recinto se le llamó el Gran Hipódromo Romano.
Este recinto fue pasando por las manos de distintos propietarios que lo fueron empleando para todo tipo de eventos y espectáculos, desde conciertos, concursos de belleza, boxeo o incluso concursos caninos como el el Westminster Kennel Club, dog show, que a día de hoy sigue celebrándose anualmente en el MSG. Curioso que por aquel tiempo, el boxeo era ilegal por lo que de manera hipócrita se les llamaba conferencias ilustradas….
A estas alturas de la película, el propietario era Commodore Vanderbilt, (familia de potentados de NYC que construyeron Grand Central Terminal). A la muerte de éste, su nieto William Kissam Vanderbilt en 1879 se puso al frente del negocio y decidió él mismo asumir la gestión del recinto, y lo primero que hizo fue bautizarlo como Madison Square Garden.
Además de espectáculos tan variados y bizarros como la exposición de un elefante que compró del zoo de Londres, se añadieron otros acontecimientos deportivos como carreras atléticas o ciclismo en pista, con la creación de una pista del velódromo incluso con sus curvas peraltadas. Por aquel entonces, el ciclismo en pista era de los deportes más populares en EEUU y sus protagonistas eran grandes estrellas del momento. De todo esto queda que una disciplina olímpica de ciclismo en pista en 2000, 2004 y 2008 , el Madison, tenga sus orígenes en este tiempo.
A pesar de toda esta actividad , este recinto al aire libre era muy frío en el gélido invierno neoyorkino y caluroso en días de verano, por lo que la rentabilidad no era la mejor e hizo que Vanderbilt finalmente decidiera venderlo a un holding formado por otros potentados de la época como eran JP Morgan, Andrew Carnegie, James Stillman y WW Astor, nombres que hoy todavía son notables, 125 años después.
El Segundo
Este grupo de magnates del acero y las finanzas decidieron tirar por la calle de enmedio y tiras el edificio abajo para crear uno nuevo, el segundo Madison Square Garden. No se mataron al pensar el nombre.
El diseño lo encargaron al que quizás fuese el arquitecto más notable de finales del 19 y principios del siglo 20: Stanford White , la Mckim, Mead & White, autores de grandes edificios como la desaparecida Penn White. Stanford White tendrá un episodio reservado en este podcast porque lo merece y su historia relacionada con este edificio no tiene desperdicio tampoco.
El edificio nuevo, abierto en 1890 estaba diseñado en estilo Beaux Arts y fue en su inauguración el segundo edificio más alto de la ciudad con su torre minarete copiada de la giralda de Sevilla alcanzando una altura equivalente de 32 plantas, con 200 metros de altura.
El recinto principal interior era el más grande del mundo por aquel entonces con 61 x 110 metros y asientos permanentes para 800 personas. Además, tenía un teatro para 1200 espectadores y una sala de conciertos para 1500., además del restaurante más grande de la ciudad y un jardín cabaret al aire libre en su cubierta.
El edificio, que presentaba en sus decoraciones reminiscencias moriscas, costó 3 millones de dólares de entonces y fue encuadrado junto con el Central Park y el Puente de Brooklyn dentro de las grandes instituciones de la ciudad de Nueva York.
La torre estaba coronada por la estatua de Diana, obra del escultor Augustus Saint-Gaudens. La estatua original tenía 5.5 metros y pesaba 820 kilos. En un momento dado pensaron que era demasiado grande y la quitaron sustituyéndola posteriormente por otra versión un poco más pequeña y hueca, la cual hoy se encuentra en exposición en Philadelphia y una copa en el Met.
A la inauguración del edificio acudieron más de 17000 personas que pagaron hasta 50$.
Este recinto de espectáculos fue muy importante en el primer cuarto del siglo XX pero tampoco llegó nunca a ser un negocio rentable para sus promotores.
En 1925, el banco que había concedido la hipoteca del edificio, la New York Life Insurance Company finalmente se hizo con el control de la propiedad y ante la poca viabilidad económica que le vieron, decidieron tirarlo. Este edificio está en el libro Lost New York que he recomendado en otros podcast donde vemos la arquitectura pérdida de NY.
El único consuelo es que en el mismo solar donde estaba este MSG, la compañía encargó a Cass Gilbert la construcción del New York Life building que todavía hoy podemos contemplar en esa intersección de Madison Ave y la calle 26, construido entre 1926 y 1928.
El Tercero
Y como no hay dos sin tres y casi sin solución de continuidad, a este demolido MSG le salió un sucesor, este caso no en el mismo entorno del madison square park, sino que mucho más arriba en Manhattan, Eighth Avenue between 49th and 50th Streets, en la zona llamada Hell’s Kitchen. El promotor del edificio fue el promotor de boxeo Tex Richard, que logró juntar un grupo de más de 600 inversores que financiaron el proyecto. El edificio, diseñado por el arquitecto Thomas W. Lamb, costó 4.75 millones de dólares y su construcción que llevó únicamente 249 días, se inició en enero de 1925.
En cuanto a estilo era totalmente distinto al MSG de Stanford White, careciendo de todo ornato, el cual únicamente se encontraba en el entorno de la marquesina de su entrada principal. Podemos decir que arquitectónicamente fue un edificio con mucha menos trascendencia que las versiones previas del recinto. El espacio del recinto tenía 61 x 144 metros con asiento en tres niveles que llegaban a albergar hasta a 18500 espectadores, generalmente en combates de boxeo. El edificio era bastante deficiente en cuanto a su diseño ya que era conocido que la visión de los espectáculos o partidos de hockey o baloncesto era muy mala si no estabas muy cerca de la primera fila.
También era conocida su deficiente ventilación lo que unido a que estuviese permitido fumar en estos recintos, hizo que se formase una auténtica nube de humo en los niveles superiores de este espacio cerrado. Albergo aparte del boxeo, los partidos de los NY Rangers de la NHL y de los NY Knicks de la NBA.
Demolición
La demolición se llevó a cabo en 1968 después de la apertura del cuarto y actual MSG y concluyó en 1969. En el solar se barajó la construcción del que sería por aquel entonces el edificio más alto del mundo pero esto despertó una gran oposición vecinal y finalmente se restringe la altura edificable en ese distrito. El solar permaneció vacío hasta 1989 cuando en él se construyó un nuevo edificio residencial.
En paralelo a este 3er MSG, habría que hablar de la variante que fue el llamado El Madison Square Garden Bowl en Queens
Madison Square Garden Bowl was the name of an outdoor arena in the New York City borough of Queens. Built in 1932, the arena hosted circuses and boxing matches. Its seating capacity was 72,000 spectators on wood bleachers.
It was located at 48th Street and Northern Boulevard in Long Island City. This was the site where James J. Braddock defeated Max Baer for the World Heavyweight title on June 13, 1935 that was dramatized in the film Cinderella Man. The bowl was torn down during World War II to make way for a US Army Mail Depot.
El Cuarto y Actual
La última y actual versión del MSG, situado sobre la actual Penn Station, el MGS4, como decía, es el fruto del error histórico de la demolición de la original Pennsylvania Station, sobre la cual os recomiendo que tiréis hacia atrás en la lista de podcast y escucheis el que hice ya hace casi 5 años. Todo aquel que haya ido a tomar el tren a Penn Station ahora se dará cuenta de lo que digo.
¿Qué decir del actual MSG?
Está localizado en el Midtown de Manhattan, sobre la estación como os decía entre la 7a y octava avenida y las calles 31 y 33.
Realmente se compone aparte del Garden, del edificio One Penn Plaza, un edificio de 57 plantas completado en 1972.
Se utiliza para conciertos, partidos de baloncesto, hockey, circo, lucha, rodeos, espectáculos sobre hielo. Sede de los Rangers, Los Knicks y el New York Liberty de la WNBA hasta 2017.
Hoy en día es el segundo recinto de conciertos con más actividad del mundo solo tras el O2 arena de Londres.
Tiene una capacidad que varía hasta los 20000 como máximo en los conciertos a los que hay que añadir el llamado Hulu Theater con otras 5,600 localidades. También hay en sus sótanos una bolera de 48 calles.
En cuanto a su definición formal, presenta la particularidad de estar construido sobre la estación, sus pasillos y andenes.
Fácilmente desde el exterior se puede distinguir su forma cilíndrica y podemos destacar su estructura de cubierta, que se trata de una estructura suspendida de cables de acero que parten de las 48 columnas perimetrales y de 404 pies de diámetro, la primera de este tipo de manera permanente en EEUU, y una tipología estructural que va a favor de proporcionar un espacio interior totalmente diáfano, adecuado para la actividad que iba a alojar el recinto.
Esta estructura radial de 48 cables de acero recubiertos de zinc no solo soporta el tablero de cubierta del recinto sino también dos pisos más con estructura de acero sobre el espacio diáfano central, lo cual nos habla de lo osado que fue en su día el diseño estructural.
Aparte de esto, el estar montado el complejo sobre las vías hizo que se tuvieran que salvar grandes luces con enormes vigas de acero, dicen que las de mayores dimensiones utilizadas nunca en Nueva York hasta la fecha.
Ha pasado por dos grandes obras de renovación, en 1991 y 2011, dando al final un coste de construcción de más de 1100 millones de dólares, un edificio muy caro a lo largo de su vida útil.
Ahora se da el problema de que el estado quiere acometer la gran reforma de Penn Station para hacerla una estación digna que haya competencia a Grand Central. El problema es que el Garden está encima. De momento, lo que se está haciendo es dotar a la estación de un nuevo acceso desde la emblemática oficina de correos Farley, en la Octava Avenida con un nuevo hall de entrada.
También se barajan propuestas para la construcción de una nueva estación y ahí es donde nos encontramos ahora, con un futuro un tanto incierto.
Y todo confluye en que la actual licencia de actividad del MSG actual concluye en 2023.
Según un artículo de las ordenanzas urbanísticas municipales, la Zoning Resolution, todo recinto con capacidad de más de 2500 localidades precisa de un permiso especial. Esto nos conecta con el año 1963, cuando el permiso inicial de actividad del MSG se concedió por 50 años, algo que no es frecuente, pero tampoco está claro porque en ese caso se hizo así.
Bien, en 2013 ese permiso expiraba pero a pesar de la presión de muchos grupos de presión que buscaban y buscan la renovación de Penn Station, la ciudad y en un gesto que buscaba dar tiempo a los propietarios del Garden para establecer sus planes para el futuro, les concedió una extensión del permiso de 10 años. Técnicamente, podrían reducir la capacidad a 2500 espectadores y quedarse permanentemente, pero eso no parece factible frente a la actual capacidad de 20000.
Lo más grave es que los propietarios del Garden no han mostrado hasta ahora signos de estar haciendo nada con respecto a planes de futuro, y no se descarta que en 2023, el city council decrete un cierre del MSG. Desde luego que va a haber presiones y veremos en qué queda ese enfrentamiento.
Podrían negociar con la ciudad una excepción en las normas pero desde luego que tendrán que argumentar muy bien y probablemente tendrán que dar algo a cambio o la ciudad ofrecer una alternativa a los propietarios para irse.
Aun así, y quedando el Garden donde esta, lo que parece que es imparable es la renovación de Penn Station. A ello están contribuyendo la construcción del nuevo hall en la oficina postal y el túnel de interconexión entre Penn Station y Gran Central, que se abrirá en 2022 y que hará que esta última pueda asumir algo del tráfico ferroviario durante las obras.
Se quede el Garden o no, parece claro que el complejo va a cambiar en los próximos años así que habrá que permanecer atentos a las distintas propuestas y negociaciones que van a llevarse a cabo en los próximos años.
Esta nueva edición del podcast pone sus pies en el corazón verde Manhattan para acercarse a la historia del Squirrel Census 2018, el proyecto científico, multimedia y colaborativo que pretendió en el otoño de 2018 determinar el numero de ejemplares de la Grey Eastern Squirrel que habitaban por aquel entonces Central Park.
Podcast: Manhattanhenge. Cuando el sol y Nueva York se alinean
En el podcast 200 de Un Minuto en Nueva York hablamos del fenómeno Llamado Manhattanhenge, que se produce en torno al solsticio de verano e invierno en el cual el sol a su puesta o salida sobre el horizonte se alinea con la retícula urbana Este-Oeste de Manhattan produciendo un bello y curioso efecto luminoso de la tenue luz solar sobre las calles y edificios.
Hoy nos asomamos al Hudson River para hablar de la construcción del Pier 55 Park que segun las previsiones abrirá sus espacios al público de NYC en la primavera de 2021.
En este nuevo podcast de Un Minuto en Nueva York hablamos del proyecto Subway Reef, que entre los años 2000 y 2010 creó mediante el depósito en los fondos marinos del Atlántico de más de 2.500 vagones de metro retirados del servicio, una red de arrecifes artificiales que fomentarían la repoblación de estas áreas con nueva vida marina.
Podcast: Quiénes eran los Guardian Angels?En este podcast hablaremos de los Guardian Angels, el grupo ciudadano formado a finales de los años 70 que comenzó a patrullar el metro de Nueva York ante los altos niveles de inseguridad y delincuencia que este medio de transporte y la ciudad en general sufrían.
Tratamos un tema que no puede pasar desapercibido al viandante en NYC. La gran cantidad de andamios que pueblan sus aceras. Hoy vamos a intentar explicar el origen de estas instalaciones y su necesidad.
Podcast: Singer Building: El rascacielos perdido de ManhattanLa historia que trae hoy el podcast habla sobre uno de los más bellos edificios que se hayan levantado sobre esta ciudad y las causas que lo llevaron a su desaparición únicamente 6 décadas después de su construcción. Es el Singer Building, el rascacielos perdido de Manhattan